La defensa del vicesecretario de Comunicación Pablo Casado sobre el rigor en el transcurso y legalidad de su máster, mediante la exhibición de la documentación y trabajos aparejados en un encuentro monográfico en Génova este martes, empeora la situación de Cristina Cifuentes al frente de la comunidad de Madrid, después de semanas en que la lideresa no ha mostrado todavía el texto respectivo. El agravio comparativo se acusaba incluso, después de que Ciudadanos haya exigido su dimisión, y se niegue a hablar con el Partido Popular de ningún escenario alternativo.

Y es que mientras que Cifuentes tardó 14 días en comparecer públicamente ante los medios, Casado empezó un tour por las televisiones y las radios desde el minuto uno en que El País publicó las presuntas irregularidades este lunes por la noche. Las explicaciones ha continuado esta mañana, donde ha intentado disipar las dudas, aportando los documentos –de momento, fuera de duda sobre su oficialidad– y los trabajos del máster ante los periodistas, así como la normativa vigente en aquel momento.

La cuestión es que la sombra de la sospecha podría planear sobre Casado porque superó el máster en la Universidad Rey Juan Carlos, a pesar de una agenda complicada laboral y estudiantil. En el 2008 se matriculó, a la vez que entre 2007 y 2014 estudiaba una Licenciatura en Administración y Dirección de Empresas en la URJC, mientras era diputado de la asamblea autonómica de Madrid (2007-09).

El hecho es que, como él mismo ha reconocido, la ejecución de las diversas tareas fue posible gracias a las facilidades que la URJC le autorizó.

Primero, por el volumen de convalidaciones respecto de otras asignaturas ya cursadas en otros de sus títulos, como si licenciatura en Derecho, que le ahorraron un 60% del máster. Por tanto, realizó 4 de las 22 asignaturas, que suponen 20 créditos de 60 –un supuesto legal al cual se acogió por normativa. En segundo lugar, porque cambió los exámenes por trabajos, algo que habría apalabrado con el director Enrique Álvarez Conde, con las respectivas horas de investigación que eso le granjeó. Tercero, pasa porque el máster era de docencia presencial, pero eso no obligaba a la asistencia, según ha dicho el popular.

¿Pero por qué un político con una trayectoria ascendente hizo un máster que no le "hacía falta", en palabras del afectado, cuando también disponía ya de varios títulos previos en universidades extranjeras como Harvard o Georgetown?

Según ha justificado, porque quería acceder a un doctorado en Relaciones Internacionales, especialidad que lo caracteriza en las comisiones al frente de las cuales está en el Congreso. Por tanto, se adentró en el máster y "por motivos de la vida" y la trayectoria política, finalmente no lo finalizó –por ese motivo, no tiene certificado de notas, ni tesis final, ni título, que no pidió. Así pues, su expediente consta como "abierto", ya que el suyo es un "máster oficial", que es diferente de un máster universitario porque este es finalista, y no el puente para el doctorado.

Así las cosas, Casado se ha defendido que él en todo momento hizo lo que le pidieron en la universidad: tanto en la dedicación lectiva, como en la relación con el personal de la institución. Incluso, ha repetido que "era tratado como un estudiante más", y se comunicaba presencialmente con los profesores y los servicios administrativos. 

Ante ese escenario, el agravio comparativo con Cifuentes se hace evidente, aunque el popular no quiere que se envíe ese mensaje y dijo que él abogaba porque se dieran explicaciones y así había actuado, aunque no entraba a opinar en otros casos.