El conseller de Interior, Miquel Buch, ha cerrado la crisis generada en los Mossos d'Esquadra después de las cargas en Girona y Terrassa y el ultimátum del president de la Generalitat, Quim Torra, sin ceses ni ninguna reestructuración interna.

Según fuentes de Interior, el conseller ha hecho autocrítica "por informaciones publicadas este fin de semana que hayan podido generar confusión o malestar dentro del cuerpo". Miquel Buch ha "reafirmado" que su "prioridad es defender el cuerpo y mantenerlo fuera de cualquier debate partidista y del foco mediático".

El conseller ha declinado hacer cambios por el momento. En todo eso, si no hubiera, ha argumentado que sería "una decisión interna que tiene que responder a necesidades estructurales y atendiendo a criterios profesionales y objetivos".

Sobre las cargas del 6 de octubre en Girona y Terrassa, ha valorado los dispositivos y los califica de "globalmente correctos con la información que ahora se dispone". Sin embargo ha pedido que se analicen los hechos y que "se tomen las medidas que haga falta en caso de detectar o constatar actuaciones que no se ajusten a la praxis policial".

El conseller también ha pedido que sean "constantes en mejorar y potenciar los mecanismos de mediación en todos los conflictos así como reforzar estrategias de comunicación con el fin de contrarrestar la difusión de noticias falsas en las redes".

Buch ha hecho una reflexión, también, sobre la violencia en la calle y ha remarcado "la necesidad de que la sociedad catalana trabaje por el aislamiento político de las minorías violentas".

Miquel Buch ha cerrado la crisis en falso después de reunirse con los comisarios de los Mossos d'Esquadra en el complejo central de Egara, en Sabadell, y después de una reunión ayer con el president Quim Torra en el Palau de Pedralbes de la que poca cosa transcendió. Torra dio un ultimátum a Buch para reestructurar el cuerpo. Cuatro días para hacer el enésimo intento de acallar las críticas que han vuelto a poner en cuestión el modelo policial y la actuación de la BRIMO.

Pero, finalmente, ni habrá criba política como dejó entrever Torra, ni cambios en la estructura operativa, como llegó a anunciar Buch.

Todo ha quedado en agua de borrajas, con los protocolos de actuación en el centro del debate y sin abordar la problemática real, que es el modelo policial y las leyes que lo tienen que hacer posible.

El otro frente abierto es el desgaste del cuerpo ante una situación de recortes que se remonta al 2012 y que se ha agravado con las consecuencias judiciales que ha tenido para el cuerpo el proceso independentista y el 1-O. Hay centenares de Mossos investigados por inacción el día del referéndum y el major, Josep Lluís Trapero, está pendiente de juicio por rebelión y hay en juego 11 años de prisión.