A Josep Borrell le llueven críticas por todas lados hasta el punto que su nombramiento como ministro de Exteriores de la Unión Europea peligra, no por la oposición del resto de partidos, sino porque está siendo cuestionado por los propios socios del PSOE en Europa.

Después de episodios conocidos este fin de semana como los duros reproches de medios de comunicación suizos por las sospechas de espionaje, de las cuales se ha hecho eco el diario más vendido y también la televisión pública, ahora son los mismos miembros del partidos socialistas europeos los que fruncen el ceño ante la posibilidad de que Borrell acceda al cargo de Mister Pesc.

Según avanza hoy Voz Populi, Borrell se podría ver privado del cargo precisamente por culpa de la socialdemocracia europea, pero no específicamente por su cruzada contra el nacionalismo catalán ahora que prepara una nueva ofensiva a través de la oficina de agitación y propaganda en que se a convertido España Global, sino porque se considera que Pedro Sánchez no ha sabido negociar correctamente el reparto de cargos.

Borrell tiene que esperar a que el Parlamento Europeo ratifique su cargo en otoño, pero a estas alturas, ni él ni el gobierno en funciones de Pedro Sánchez tienen claro que finalmente se formalice, especialmente una vez su turbio asunto con el uso de información privilegiada para vender acciones de Abengoa se ha dado a conocer entre los círculos de poder de la Unión Europea.

Pendiente del visto bueno

Aunque el cargo ha sido pactado por acuerdo de los 27, ahora queda pendiente de recibir el visto bueno del Parlamento Europeo, cosa que a estas alturas no se puede dar por segura. Borrell acumula méritos para ser rechazado y, según el mencionado diario, podría ser víctima del mismo prurito del Europarlamento, que a menudo anula alguno de los nombramientos pactados por los gobiernos miembros como muestra de equilibrio e independencia de la misma cámara. Si los parlamentarios europeos buscan a una víctima, Borrell tiene todos los números.

En esta tesitura, que Borrell sea un nombre en boca de muchos medios europeos y no precisamente en positivo no augura una resolución favorable a los intereses del Gobierno en funciones, que confiaba en colocar al ministro de Exteriores en Europa.

Los socialistas, los principales enemigos

La paradoja de todo es que precisamente serían los socialistas europeos los que estarían dispuestos a hacerle la cama a Borrell, precisamente como expresión de su malestar por la negociación cerrada entre Sánchez con Angela Merkel y Emmanuel Macron, los cuales representan, respectivamente, a las familias conservadora y liberal europeas.

Hay que tener en cuenta que un mínimo de ocho delegaciones socialistas se mostraron en contra del nombramiento del liberal Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión aunque la consigna era votar a favor. Los socialistas europeos creen que Sánchez no sacó todo el provecho de la negociación y se conformó con el nombramiento de Borrell, hecho que se interpretaría más en clave de cuota española que no socialista. Hay pues motivos para el enfado.

La situación no parece nada positiva para Borrell, pero lo más sangrante de todo sería que fueran precisamente los suyos, los socialistas, los que rechazaran su nombramiento. En todo caso, en octubre tendría que quedar todo claro.