Jordi Rabassa, concejal de Memoria Democrática del Ayuntamiento de Barcelona ha denunciado, a través de un tuit, que ha vuelto a haber un ataque al atril que conmemora las torturas a los luchadores antifraquistas ante de la Jefatura de la policía española en la Via Laietana.

Jordi Rabassa ha afirmado que el Ayuntamiento tiene la voluntad de reponer tantas veces como haga falta el atril y ha destacado que Barcelona es una ciudad antifascista y anticolonial (ya que ayer se celebraba el Día de la Hispanidad).

La placa ya fue atacada en ocasiones anteriores: a finales de marzo, el mismo día que se colocó, y a principios de abril, pero el Ayuntamiento arregló rápidamente los destrozos.

Cuando se instaló el atril, el Sindicato Unificado de Policía, el Sindicato Profesional de Policía, Ciudadanos y el PP exigieron la retirada de la placa. El sindicato policial alegaba que su colocación era un "atentado contra la convivencia" y que implicaba "la estigmatización del colectivo de policías". El SUP incluso pidió a la Delegación del Gobierno en Catalunya que retirara la placa. Aunque no lo hizo, el ministro del Interior, Grande-Marlaska, argumentó que veía un "peligro" en la placa, en una carta que envió a Colau para protestar por su instalación.

Atril Via Laietana Ayuntamiento de Barcelona

El atril de la Via Laietana fue instalado dentro del programa del Ayuntamiento de Barcelona para señalar lugares esenciales para la memoria democrática de la ciudad. Por el momento, se han instalado 30 atriles y 53 placas: se puede consultar su ubicación y su contenido a través de una página web. El atril que recuerda las torturas de la Jefatura de Policía se titula "El 43 de la Via Laietana. Memoria de la represión". E incluye en catalán, castellano e inglés el siguiente texto: "En 1929 entró en funcionamiento la Jefatura Provincial de Policía en el número 43 de la Via Laietana. Tras su constitución, la Generalitat de Catalunya emplazó allí la Comisaría General de Orden Público y, posteriormente, en el año 1941, el estado franquista instaló la Jefatura Superior de Policía. A partir de aquel momento, fue la sede de la Brigada Político-Social, encargada de perseguir la disidencia política. Desde que se inauguró, en las postrimerías de la dictadura de Primo de Rivera, fue el epicentro de la represión contra el sindicalismo y el obrerismo barcelonés. Durante la época republicana, siguió siendo un lugar de represión hasta el punto que era conocido en los círculos obreristas como "El molino sangriento". A partir de 1941 y hasta la llegada de la democracia, se convirtió en el centro de la represión política franquista en Barcelona. Por sus celdas insalubres y saturadas, pasaron decenas de antifranquistas que sufrieron todo tipo de torturas en los interrogatorios. Con este atril instalado en 2019, el Ayuntamiento de Barcelona ha querido señalar el espacio más emblemático de la represión política de la ciudad y poner en valor el coste que ha tenido la conquista de la democracia y la igualdad".