Las instituciones de Catalunya no se pueden subordinar. Es la línea roja de Esquerra Republicana que ha hecho saltar por los aires la negociación para un gobierno de coalición con Junts per Catalunya. Quedan dieciséis días para que Pere Aragonès consiga recoger los apoyos necesarios para la investidura para poner en marcha un gobierno en solitario. Y ahora mismo está todo abierto, incluso la repetición de las elecciones, que se convocarán automáticamente si el 26 de mayo no se ha investido president.

Si nos fijamos en la aritmética en el Parlament, el mínimo imprescindible que necesita el líder de ERC para ser investido en segunda vuelta son 54 votos a favor, teniendo en cuenta que habrá 53 —PSC, Vox, PP, Cs— que se opondrán. Aquí es donde ha emergido la opción de que Junts ceda 4 de sus 32 diputados para que salga la suma. En paralelo, los republicanos tendrán que conseguir los 8 de los comunes, que hasta ahora han estado en contra pero que ahora se abren al acuerdo. De momento, sólo disponen de los 9 de la CUP, además de sus 33.

Esta semana, la última antes de la fecha límite, será decisiva. Junts ha advertido de que sus votos no serán gratis y en ERC ya estudian hasta dónde están dispuestos a llegar, conscientes, por más que lo hayan verbalizado en alguna ocasión, de que en política nada es gratis. De hecho, como ha pasado con la CUP, que ha cedido su apoyo a cambio de un documento de 16 páginas en el cual ERC adquiere toda una serie de compromisos que prevén un claro giro a la izquierda del nuevo gobierno.

"Si Junts dice que facilitará la investidura, yo me lo tengo que creer", afirmaba Aragonès este lunes en una entrevista en TV3. El candidato a la presidencia insta el espacio de Puigdemont a cumplir con la palabra dada de evitar la repetición de elecciones. "Entiendo que es una propuesta seria, que no era una estrategia negociadora", ha remarcado. Es más, asegura que no renuncia a los 32 votos de Junts. "Si ponen nuevos condicionantes, que lo expliquen".

¿Y los votos del PSC?

En las próximas horas, el todavía vicepresident reanudará las conversaciones con Jordi Sànchez para cerrar, in extremis, un acuerdo de investidura. Lo cierto es que a lo largo de los tres últimos meses, los dos principales partidos independentistas han avanzado mucho en muchas carpetas. Por lo tanto, los republicanos confían en que aparcando el gran escollo del Consell per la República y la estrategia independentista, pueda fructificar la alianza. Desde ERC avisan que si Junts les da la espalda no irán a buscar los votos del PSC. Otra cosa sería que los socialistas dieran su apoyo sin pedir nada a cambio.

Si la investidura sale adelante a la tercera —Aragonès ha afrontado ya dos votaciones fallidas— será el president con menos escaños de la historia, sólo 33 de 135. La idea de ERC es que de salida no se integre ningún otro partido en el gobierno. Eso no significa que todos los consellers sean del partido de Junqueras, sino que prevén incorporar consellers independientes. Sería con la legislatura ya rodada que se plantearían la entrada al ejecutivo de Junts, la CUP o incluso los comunes. De hecho, esta era la gran apuesta de Aragonès, tanto en campaña como los días después de las elecciones, el gobierno de vía amplia.

En la imagen principal, Aragonès el día que anunció la ruptura con Junts. / A. Carbonell