La semana pasada Junts per Catalunya se quejó de que el discurso de investidura de Pere Aragonès no les había hecho vibrar, que no iba con ellos. Hoy, en el segundo intento, que ya sabe que será fallido, el candidato ha dedicado esfuerzos a desgranar con mucho más detalle su propuesta estratégica en el eje nacional. Si el viernes no mencionó ni el 1-O ni el Consell per la República, esta vez se ha desahogado. El aún "presidente sustituto" ha guiñado el ojo a Junts con citas textuales de discursos de Puigdemont, eso sí, dejando claro que quiere gobernar "sin sustituciones ni tutelas".

 

El discurso ha sido conciso, de media hora, lejos de la hora y media que utilizó el viernes. Aragonès ha dado por explicado su proyecto de gobierno, que ha sintetizado en afrontar "las urgencias y desigualdades" agravadas por la pandemia, la "transformación socioeconómica" por una Catalunya "más justa, próspera, verde y feminista" y la resolución del conflicto político con el Estado "haciendo inevitable la amnistía y la autodeterminación".

Reconoce el exilio, pero pone límite

Consciente de que en este último capítulo es "donde hay más dificultades", Aragonès ha dedicado el grueso de su exposición a "clarificar" su posición. Desde su punto de vista, si se separa el grano de la paja, descontados "los matices y la diversidad de lenguajes", "en el fondo" la estrategia de los tres partidos independentistas "no es tan diferente". En este sentido, ha llamado a aprovechar "todos los activos" con los cuales cuenta el movimiento, según ha enumerado, "las entidades movilizadas, la pluralidad política del independentismo, la participación y reivindicación política de los presos y presas y la del exilio y también, claro está, la organizada en torno al Consell per la República".

El rol que tiene que jugar la entidad que lidera desde Waterloo Carles Puigdemont ha sido uno de los grandes obstáculos de las negociaciones. Para resumirlo, Junts —y así lo decía en su programa— quiere convertirlo en autoridad nacional para construir una "bicefalia" entre el exilio y la Generalitat. ERC, en cambio, quiere asegurarse de que no se erige como contrapoder a la presidencia de Aragonès. Y él lo ha dejado claro, advirtiendo que si bien la "coordinación tiene que permitir multiplicar la fuerza" y hay "que "reconocer" el trabajo del exilio, es imprescindible "poner en valor el liderazgo de las instituciones de Catalunya, este Parlament, el Govern y su president, que tienen una responsabilidad indelegable e insustituible."

Las palabras de Aragonès llegan 24 horas después de que el Consell per la República haya comunicado su predispocisión a rediseñar la cúpula para hacerla más participada y ampliar la presencia de ERC y la CUP.

Más allá del escollo del CxR, Aragonès ha insistido nuevamente en la necesidad de aprovechar la fuerza que el independentismo ha alcanzado el 14-F para ir a la una en la mesa de diálogo con el Estado. Una negociación por la amnistía y la autodeterminación que, ha admitido, será "dificilísima". Por eso ha señalado que hay que preparar alternativas tomando nota de los aciertos y los errores del pasado. Entre las carencias, ha subrayado la falta de reconocimiento internacional el 1-O.

A modo de conclusión, el líder de ERC ha apuntado que "no hay motivos que justifiquen alargar la formación de gobierno. Ni dos meses, ni dos semanas, ni dos días". Como ya hizo en la primera sesión, el presidenciable republicano ha agradecido la actitud de la CUP, el único partido que le dará hoy apoyo. Asimismo, ha tendido la mano una vez más a los comunes. 

En la imagen principal, Pere Aragonès durante la segunda sesión del debate de investidura. / Sergi Alcàzar