Fin de semana de evaluar la situación tras la tormenta. Este sábado las conversaciones entre PSOE y Junts para la investidura han vivido un paréntesis, según fuentes de la negociación. El acuerdo, que el lunes parecía casi cerrado, ha quedado encallado en la exigencia de Junts de garantizar que la amnistía abarque a todas aquellas personas perseguidas por su participación en el procés. La estrategia negociadora de Pedro Sánchez, que optó por rubricar el acuerdo con ERC antes de cerrar también un pacto con Junts, no ha hecho más que añadir dificultades al escenario. El PSOE ha querido jugar con la rivalidad entre las fuerzas independentistas y se ha acabado pillando los dedos. Nada es casual. Tampoco el hecho de que mientras la tensión se hacía evidente en la negociación de Bruselas, este viernes en Madrid la Guardia Civil señalara a Marta Rovira como impulsora de Tsunami Democràtic y la Audiencia enviara a juicio a los 12 CDR de la Operación Judas.

El lunes, la fotografía de Puigdemont en Bruselas con el secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, tenía que evidenciar hasta qué punto se había avanzado en las conversaciones. El peso simbólico de la cita, que se organizó en los despachos de Junts bajo la imagen gigantesca de una urna del 1-O, resultaba contundente. Por primera vez, el PSOE reconocía el papel de Puigdemont, a quien en una nota de prensa para informar de la reunión nombraba como "president". El pacto parecía ya casi hecho y en la sede de Junts se empezó a poner en marcha toda la maquinaria para ratificarlo, la cual debía activarse con un encuentro de la cúpula del partido en Bruselas.

El martes, al día siguiente de la reunión de Puigdemont con el número tres del PSOE, el president de la Generalitat, Pere Aragonès, mantuvo una conversación telefónica con Pedro Sánchez. La llamada se añadía a la que había mantenido Sánchez tres semanas antes con el presidente del partido, Oriol Junqueras. Aquella misma noche, la de la castañada, ERC anunció que la conversación había servido para cerrar un acuerdo sobre la ley de amnistía.

Amnistía

En Bruselas, sin embargo, más allá de fotografías el perímetro de la amnistía seguía sin moverse. Junts, además, reprochaba al PSOE que se habían introducido cambios en el redactado de puntos ya acordados del texto. El objetivo de los negociadores de la formación independentista es evitar que queden fuera de la amnistía casos que cabalgan encima de la estela del lawfare, que no están vinculados directamente a la organización del referéndum o a las protestas por la sentencia del Supremo, pero sí a la persecución judicial contra los responsables del procés. Se trata de carpetas como Volhov, sobre la financiación del procés, en la cual está investigado, entre otros, el jefe de la Oficina del expresidente de Puigdemont, Josep Alay. Pero también casos bajo secreto de sumario o pendientes de concretar imputaciones. Argumentan que si este frente no se blinda abriría una pista en la persecución judicial de personas implicadas en el referéndum del 1-O.

No obstante, el PSOE insiste en hacer una lectura restrictiva y marcar líneas rojas claras con el argumento que hay que impedir poner en duda la constitucionalidad de un proyecto que ya antes de hacerse público ha provocado el rechazo de los vocales conservadores del Consejo General del Poder Judicial. Los socialistas insisten en acotar con precisión el alcance de la amnistía que deberán aplicar los jueces y rechazan que se pueda convertir en un paraguas que cubra delitos más allá de los vinculados al despliegue político y la defensa del referéndum.

Cuando el jueves se reunió en Bruselas la permanente de Junts que tenía que dar luz verde al acuerdo, el número tres del PSOE esperaba en un hotel de la capital belga para volver a encontrarse con Puigdemont para la fotografía del acuerdo. Sin embargo, después de horas de debate, por la noche el secretariado cerró la reunión sin ratificar el pacto de investidura. Tampoco se convocó la ejecutiva, como estaba previsto aquella tarde, ni el consell nacional, que tenía que garantizar la ratificación del proyecto e incluso la consulta a la militancia el fin de semana.

En cambio, mientras la cúpula de Junts estaba reunida en el hotel Thon de Bruselas, el acuerdo avanzaba con ERC. Oriol Junqueras se reunió con el ministro de Presidencia, Félix Bolaño, para firmar el pacto, que unos y otros presentaron por la noche en sendas ruedas de prensa. De golpe, a los obstáculos objetivos que tenía que superar el pacto del PSOE con Junts, se añadían las dificultades que significan para el partido de Carles Puigdemont defender un acuerdo encabezado por una de amnistía que ERC y PSOE ya han anunciado y firmado. 

Tensión PSOE-Junts

Si el jueves por la noche, la reunión de Junts en Bruselas, enfrió la posibilidad de un acuerdo inminente, el viernes quedó definitivamente congelada. A lo largo del día se sucedieron los contactos con Santos Cerdán, con la misma opacidad de siempre, hasta el punto que resultaba casi imposible conocer el formato utilizado. Los socialistas, conscientes de que la apuesta de Sánchez por la amnistía les puede salir muy cara si no consiguen atar a los siete diputados de Junts, aumentaron la presión en unas conversaciones que, según fuentes de la negociación, vivieron momentos de mucha tensión, especialmente por la mañana. Con Puigdemont, seguían las negociaciones en la capital belga, el secretario general, Jordi Turull, y la responsable del grupo parlamentario en el Congreso, Míriam Nogueres, que no volvieron a Barcelona hasta el viernes por la noche. También el viernes por la noche volvió a Madrid el número tres del PSOE.

Las dificultades del jueves y viernes en las negociaciones entre el PSOE y Junts no solo han hecho tambalearse el calendario de la investidura con que soñaba el PSOE, también ha reabierto una grieta de dudas en el partido de Carles Puigdemont que parecía que había quedado ventiladas con la fotografía del lunes. De repente, las voces más contundentes del partido ganaron protagonismo. "El PSOE se ha precipitado y ahora sufrirán", aseguraba un dirigente. En medio del desconcierto, Jordi Turull envió un mensaje a los miembros de la ejecutiva garantizando que no firmaría una amnistía para VIP, y que no dejarían "a ningún soldado tirado".

El viernes por la noche la consigna de Junts era tranquilidad y rebajar el suflé. No hay prisa, reiteran. Mantienen que este fin de semana no se espera cambios. Y de hecho, fuentes del partido aseguran que no ha habido movimientos significativos este sábado, con lo cual, la agenda sigue congelada. Y cada vez más difícil para un pleno de investidura la próxima semana, como pretende al PSOE. Si Junts consigue finalmente cerrar un acuerdo, tendrá que reunir sucesivamente a la permanente, la ejecutiva y el consell nacional para ratificarlo, aparte de una eventual consulta a la militancia. Todo tendría que estar cerrado el martes a fin de que la presidenta del Congreso pueda convocar el pleno de investidura para el jueves. En caso contrario, Pedro Sánchez no tendrá la investidura tampoco la próxima semana y no podrá cumplir su sueño de comparecer ante la reunión de la Internacional Socialista del sábado y el próximo domingo en Málaga ratificado en el cargo. La partida, sin embargo, continuará.