La enfermería de la prisión de Picassent en València ha vuelto a reunir a Eduardo Zaplana, expresidente de la Generalitat Valenciana, y a Rafael Blasco, su exconseller de Bienestar Social. Zaplana está en prisión provisional desde el pasado mes de mayo por repatriar y blanquear 10,5 millones de euros procedentes de supuestas comisiones cobradas tras la adjudicación de contratos de obra pública cuando era presidente de la Generalitat Valenciana. Blasco, cumple condena de seis años por quedarse el dinero que el gobierno valenciano destinaba a proyectos de colaboración con el Tercer Mundo.

El expresidente de la Generalitat está adscrito al módulo de enfermería, debido a la enfermedad que padece y Blasco se aloja allí, desde que ingresó para cumplir condena, aunque no se le concoe enfermedad alguna.. Un espacio donde la vida carcelaria es mucho más suave que en el resto de la prisión.

Según informa El Mundo, Blasco ha sido el apoyo de Zaplana durante las primeras semanas de prisión y le ha instruido en las costumbres de la vida carcelaria. Zaplana no descuida su imagen y si bien es cierto que no utiliza pantalones con la raya en medio también lo es que no se ha abandonado al chándal como otros compañeros de partido que también acabaron entre rejas, Carlos Fabra o Luis Bárcenas. Él va siempre impecable, aunque sea para bajar a desayunar. Sus mejores compañeros ahora son los vaqueros y las camisas. También los polos pero, hasta ahora, nunca camiseta y siempre con pantalones tejanos.

El ex presidente y exministro de Aznar, se muestra muy disciplinado, educado, colaborador y emplea su tiempo en la lectura. Su día comienza a las ocho de la mañana e incluye cuatro horas y media de patio.

La jornada de Zaplana arranca con el recuento, el desayuno y la visita a la Enfermería, donde le toman la tensión y le pesan. A las 10 de la mañana toca patio. Zaplana sale y allí charla con el resto de internos de su módulo hasta que dos horas y media después van a comer: de 13 a 13.30 horas, cuando regresa a su celda.

En su interior está hasta las 16.30, hora de la merienda y de la salida vespertina al patio, donde permanece hasta las 18.30 horas. A las 19.00 horas recuento, cena y medicación. El día finaliza a las nueve de la noche, cuando las celdas se cierran hasta el día siguiente.

Ha llamado mucho la atención, revelan las fuentes consultadas, el interés de Zaplana por el gimnasio del centro penitenciario. Sobre todo, porque mientras que manifestó su intención de acudir, su abogado pidió a la juez que lo dejara en libertad o bajo arresto domiciliario aludiendo a «razones humanitarias» por la leucemia que padece desde hace años. La magistrada no ha atendido la petición de la defensa y Zaplana seguirá encarcelado.