Me he puesto la canción y todo, vista la polémica, porque no soy seguidora de Eurovisión y, por lo tanto, me mantengo al margen del fenómeno que se ha creado a su alrededor. Todavía más, me lo miro de lejos y con mucha incredulidad, porque no puedo dejar de ver en el éxito actual de este concurso un retroceso del espíritu crítico de la ciudadanía, y un menosprecio y/o desconocimiento de la época que representa y la funcionalidad que tenía Eurovisión en un sistema político y social que no querría que se repitiera. De hecho, veo en señales como esta, y en otras más centrales, que no hemos evolucionado demasiado como sociedad desde entonces. Por eso todavía me resulta más curioso, y lo digo desde mi propia perspectiva personal, que ahora me ponga a defender la letra de una canción que quiere representar España en este espectáculo.

Ha sido el revuelo en los medios lo que me ha generado el interés y primero he tenido que buscar la letra y después directamente la actuación del grupo Nebulossa para ver si entendía qué puede haber generado tanto rechazo desde una parte del feminismo; y más todavía me ha preocupado que el presidente del estado español, Pedro Sánchez, se haya pronunciado sobre el tema. El feminismo me ocupa personal, profesional y políticamente, y hoy por hoy, me preocupa especialmente el oportunismo político que ve en este terreno una manera fácil, en un sentido u otro, de ganar votos, sin preocuparse por si marea más la perdiz y lo que es peor, sin calibrar los retrocesos en la lucha por la igualdad que eso puede suponer.

Lo que hace falta es cambiar la mirada y, además, identificar muy bien la intención de los mensajes; cambiar el lenguaje, su significado, es básico para cambiar a la sociedad

Ciertamente, no me gustan las palabras que son insultos y menos todavía si son sexistas, de hecho, no las digo, cuando menos nunca como un insulto, y aquí es donde me parece que reside la cuestión de fondo que no me ha dejado pasar de largo la polémica que se ha generado. A mí lo que me comunica la letra de la canción es precisamente un cambio de paradigma, una deslegitimación de llamar putas las mujeres que son libres y expresan su libertad más allá de los estereotipos sexistas imperantes.

Desde esta perspectiva, me parece que la canción es rompedora y no le veo un mensaje misógino. Siempre he defendido que lo que hace falta es cambiar la mirada y, además, identificar muy bien la intención de los mensajes. Cambiar el lenguaje, su significado, es básico para cambiar a la sociedad. De aquí que haya tanta disputa sobre cómo se tienen que decir las cosas y especialmente sobre qué cosas se pueden decir o no. Para ir a la raíz del problema, nada mejor que pensar en la insistencia sobre la inviolabilidad del supuesto neutro masculino del catalán; que parece más aséptico, menos llamativo, pero es mucho más central o tan central como el que ahora nos ocupa.

También es cierto que tenemos que vigilar mucho con no quedarnos con el mismo lenguaje que ha utilizado el patriarcado tradicionalmente para discriminarnos, porque mientras no consigamos hacerlo desaparecer, puede ser que sin querer lo sigamos perpetuando pensando que estamos haciendo todo lo contrario. De hecho, me cuesta mucho y mucho cuando oigo a chicas jóvenes dirigirse, supuestamente de manera amigable, las unas a las otras utilizando estos calificativos, no pensar en si este es el mejor camino para romper prejuicios y prenociones. Para cambiar el mundo. Porque no me queda nunca claro si realmente eso las empodera o sencillamente solo reproducen, y por lo tanto, fortalecen, el estereotipo machista ellas mismas pensando que son muy modernas, avanzadas y libres.