"Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros", Groucho Marx.

Ada Colau sigue siendo la alcaldesa de Barcelona después de conseguir 21 votos entre los 41 concejales y, de esta manera, la mayoría absoluta que requiere la legislación electoral local para obtener la alcaldía en lugar de la candidatura más votada (Esquerra Republicana de CatalunyaERC—, en el caso de la Ciudad Condal). Colau juntó a sus 10 concejales a los 8 del PSC en un pacto de gobierno (el mismo PSC que aprobó el 155 a final de octubre de 2017) y recibió 3 de los 6 votos de los concejales de Barcelona por el Cambio-Ciudadanos, el del antiguo primer ministro francés Valls, del antiguo ministro del PSOE Celestino Corbacho y de otro representante de la esperanza blanca de las élites barcelonesas del Upper Diagonal.

Parece ser que Ada Colau surgió del 15-M y de la plataforma antidesahucios. El máximo reconocimiento por su trabajo social anterior a la alcaldía. Pero pasaron muchas cosas en estos cuatro años. La gestión de los comuns en la capital de Catalunya fue pequeña, como en otros ayuntamientos de la nueva política. Resultados mezquinos en alquileres sociales, degradación de la convivencia urbana, proyectos de infraestructuras incoherentes...

Colau escoge socios, escoge amigos, escoge trinchera y no le importa que su decisión sea coetánea del auto del Tribunal Supremo

Ada Colau intentó en su discurso (nunca en su praxis) mantener una imposible equidistancia entre soberanismo y unionismo en la crisis de septiembre y octubre de 2017, pero ahora ha decidido de repente a favor del 155, pactando con el PSC y, lo que es mucho más incongruente, aceptando los votos de los tres concejales independientes de la candidatura de Ciutadans. ¡Una candidatura apoyada en las élites unionistas barcelonesas que parece que proveyeron a Valls estos seis meses de unos medios de vida que exigió ¡y que algunas fuentes calculan en unos 20.000 €/mes! La candidata de la ruptura, del 15-M y de la gente común se apoyó primero en el PSC y en los herederos del PSUC, siempre omnipresentes en el Ayuntamiento barcelonés, y ahora hace depender su gobierno de los tres votos decisivos del antiguo premier francés. Cousas veredes o, como diría el actor gallego Manuel Manquiña en aquel mítico Airbag: "lo mismo que te digo una cosa te digo la otra".

Colau escoge socios, elige a amigos, elige trinchera y no le importa que su decisión sea coetánea del auto del Tribunal Supremo que le impide al eurodiputado electo y presidente de ERC, Oriol Junqueras, acceder a la plenitud de su derecho político en el peor ejercicio de una arbitrariedad judicial que vulnera del derecho fundamental a la participación política que la hacen la naturaleza y las funciones del Parlamento Europeo.

No le importa a la alcaldesa. Lo importante es retener el poder, aunque alrededor de un 30% de sus bases expresara su inconformidad sobre este tema.