Honorables señores Joaquim Forn, Josep Rull y Jordi Turull.

Centre Penitenciari de Lledoners.

Sant Joan de Vilatorrada (Catalunya).

 

Galicia, agosto de 2018.

 

Siempre es difícil escribir desde el disfrute de la vida en libertad a las personas que pasan los días en la gris rutina de la prisión. Pero la tarea se hace mucho más difícil desde el recuerdo del ilegítimo proceso político y judicial que dio a vuestro actual encarcelamiento y procesamiento, al lado de la presidenta Carme Forcadell, los Jordis y otras personas compañeras del Govern.

Los tres sois juristas. Conocéis, pues, que los principales hitos de la reacción contra el proceso de los poderes públicos españoles están viciados de manifiesta ilegalidad. En primer lugar, vuestro cese como consellers, al lado del President Puigdemont y todo el Govern y la disolución del Parlament en inconstitucional aplicación del 155. Sabíais que este 155 daba legalmente, como mucho, para suspender el ejercicio de alguna competencia, nunca para suspender el autogobierno. De aquí vuestra legitimidad como consellers hasta que vuestras dimisiones finalizaron vuestro mandato.

Aun así, conseller Forn, a pesar de ser consciente de la ilegalidad de tu cese a causa del 155, tan pronto como este fue efectivo, cumpliste la decisión del Gobierno y te despediste de la Policia de Catalunya, que había demostrado al mundo que las instituciones catalanas sabíais afrontar una crisis como la de los asesinatos terroristas del 17-A como una nación madura. Algo que parece que buena parte del establishment español no te perdona.

También sois conscientes de que el Tribunal que os está juzgando no es competente, porque la competencia le pertenece al Superior de Catalunya. Que no se os puede imputar ninguna clase de delito de rebelión ni sedición y que la acusación y la prisión actuales constituyen una clara aplicación del Derecho Penal del Enemigo, incompatible con el Estado de Derecho propio de las democracias europeas.

Estáis, pues, tomados por vuestra acción política. Una acción que para algunos puede ser cuestionable en algún aspecto, pero que siempre desarrollasteis de forma pacífica. Sois, pues, presos políticos. Afrontáis un sacrificio personal, familiar, económico... de mucha magnitud desde la dignidad de no ceder a la (i)lógica de vuestros acusadores (donde por propia decisión se situó el magistrado instructor, señor Llarena) y desde la humildad de considerar vuestra aportación como parte de un trabajo de país.

Como abogado y jurista, como demócrata y ciudadano gallego, mi reconocimiento y mi solidaridad.

Mi más cordial abrazo,

Xoán-Antón Pérez-Lema