En los mejores momentos del Barça de Guardiola proliferaron los libros sobre fútbol. He recuperado Quan no perdíem mai. Son 15 miradas sobre el Barça, entre ellas un relato de Vicenç Villatoro que explica, creo que mejor que nadie, a Xavi Hernández. El relato se titula "Elogi del mig del camp" y explica a Xavi Hernández a través de eso que se llama clase media de Terrassa, pero que más que clase media significa los del medio. Del medio de la sociedad. Villatoro se siente identificado porque viene de este mundo, también geográficamente. “Nuestros barrios eran una especie de segunda corona del centro, todo el barrio de Sant Pere, hasta la calle Ample y el mercado”, así como “el Pla de l'Ametllera, la zona de Ca n'Aurell alrededor de la plaza del Progrés y hasta la Sagrada Família”. Después estaba la Terrassa más burguesa con tendencia a convertir las casas de veraneo de Matadepera en la residencia de todo el año. Y después estaban los barrios de la inmigración. Esta es la Terrassa de los sesenta y de ahí viene la familia de Xavi. Y sobre este paisaje "físico, emocional y sentimental", nos hemos ido construyendo por estos alrededores. Y estoy convencido de que esto explica una forma de ser, que cuenta a la vez el adiós de Xavi.

Más que los hipotéticos problemas de salud mental, la decisión de irse tiene que ver con estos valores algo calvinistas, sobrios, de aquella gente “que no brilla siempre, pero siempre está, y cuando no está, se nota y es un desastre”

Claro que no es científico y también hay clichés y que todo es permeable, pero cuando Villatoro dice que el centro del campo es un concepto, en el fútbol y en la vida, se refiere no sólo al dinero y a la cultura, sino a una forma de ser, a la responsabilidad, al trabajo callado, al trabajo como valor y, en buena parte, a no lucir mucho y a la familia como clan. “Los jugadores del centro del campo, como las clases medias en general, no tienen glamour ni épica, no tienen quien les cante: ni futbolística ni social ni estéticamente. Que los buscadores de épica la encuentran antes en el obrero y el aristócrata que en el cerrajero o el tendero”. Al botiguer sólo le cantó Capri y triunfó porque eran muchos y ha hecho fortuna la política cuando lo ha encontrado. El centro del campo carece de carisma y a veces sus integrantes lo rehúyen, argumenta Villatoro. Lo han hecho, no nos engañemos, Xavi y, sobre todo, Pep Guardiola, que sí ha encontrado el glamour. Pero, en el fondo, ese centro del campo es lo que los explica.

La educación recibida por Xavi Hernández cimienta sus logros y, por lo que nos ocupa, explica también su adiós. Más que los hipotéticos problemas de salud mental, la decisión de irse, donde seguro que tiene mucho que ver la familia, tiene que ver con estos valores algo calvinistas, sobrios, de aquella gente “que no brilla siempre, pero siempre está, y cuando no está, se nota y es un desastre”. Y que, sobre todo para lo que nos ocupa, es "la que evita el choque". Y ahí está la clave. Xavi no ha triunfado como entrenador en Can Barça —o ha durado menos de lo necesario, como Guardiola, por otra parte— por algo que sí que Guardiola ha sabido ir afilando: el instinto killer. Porque al igual que Guardiola mató a Ronaldinho y Deco cuando aterrizó, Xavi tuvo que liquidar a Piqué y Alba, pero después tengo la sensación de que se ha dejado comer por Laporta y el capricho de Joao Felix y, sobre todo, oh paradoja, por el poder otorgado a aquel a quien Guardiola cortó la cabeza: Deco. Y así como a Guardiola le mató un entorno determinado y tuvo que marcharse para evitar el choque y aprender a matar, a Xavi le ocurre lo mismo, paradójicamente, por cierto, con parte del entorno de Guardiola. Y los Hernández Creus, los de en medio, han decidido que una cosa es el éxito basado en la constancia y otra vivir en el conflicto permanente. Lo que los del medio siempre han evitado y temido. Y antes que esto es mejor marcharse, eso sí, acabando el trabajo.