En castellano la bautizaron como nueva normalidad, en catalán han preferido la reanudación y en Euskadi bizi berri (algo así como "nueva vida"). Los matices en la semántica son importantes porque no es lo mismo considerar que hay que reanudar algo que ha estado temporalmente parado, que plantearse que en adelante nuestra vida será distinta, que no volveremos a la fecha previa al confinamiento. El tiempo dirá quién acierta más, aunque estoy seguro que “nuevo” y “normal” no se llevan bien; es más, es un oxímoron de libro.

Pero instalados en este extraño momento y echando la vista atrás, sí podemos extraer alguna conclusión general sobre lo que cada uno, independientemente de dónde vivamos, qué ideología defendamos o qué idioma manejemos, podemos hacer: cuidarnos.

Cuidarnos también incluye respetar las normas que impongan las autoridades sanitarias y, sobre todo, no confundir que algo esté permitido con la necesidad de hacerlo

Es un concepto de cuidado amplio, que empieza por lo personal (medidas de higiene, distancia, responsabilidad en nuestros actos), abarca lo comunitario (mirar alrededor para ver quién puede necesitar nuestro apoyo, desarrollar mecanismos de solidaridad efectivos) y engloba también la vida pública (no pensar que el Estado debe solucionar nuestros problemas como si fuera un superpoder que nos librará de cualquier mal futuro).

La pandemia ha dejado al descubierto algunas carencias muy notables (medios sanitarios, una investigación continuada, un modelo de geriatría deshumanizado o una brecha digital que es necesario acortar), nos ha recordado hábitos que estaban en desuso (la higiene continua y permanente, la observancia de normas de educación básica) y también fortalezas que demuestran la respuesta colectiva ante desgracias (redes solidarias, fórmulas consensuadas para mantener el empleo o visibilidad de sectores sociales sobre los que no poníamos el foco).

Una última consideración: cuidarnos también incluye respetar las normas que impongan las autoridades sanitarias y, sobre todo, no confundir que algo esté permitido con la necesidad de hacerlo. Que podamos viajar o reunirnos en locales cerrados, no significa que debamos hacerlo, ni siquiera que sea recomendable. Por eso, hagan caso siempre a las recomendaciones sanitarias sobre las llamadas al consumo con las que nos han empezado a bombardear.