Aunque parezca mentira en tiempos de trumpismo desencadenado, no todo vale en X. El antiguo Twitter ha retenido un tuit de la cuenta de Aliança Catalana-Pla de l'Estany de acuerdo con las leyes locales, es decir, el Código Penal vigente en el Estado español, y en respuesta a una demanda judicial. ¿Motivo? El contenido del mensaje era altamente ofensivo hacia un colectivo humano. ¿Adivina el lector de qué colectivo se trata? El mensaje suspendido por la red social añadía contexto a un tuit anterior de Sílvia Orriols, presidenta de AC, alcaldesa de Ripoll y diputada en el Parlament por la formación islamófoba. Pero vayamos por partes. En realidad, en esta historia hay tres tuits vinculados, el primero de los cuales, de apariencia meramente informativa, se emitió desde la cuenta oficial del ayuntamiento de Ripoll. El mensaje hacía saber que se habían colocado "una treintena de trampas para capturar a las reinas de avispa asiática y evitar que hagan nidos en #Ripoll". "Velamos por tu seguridad. #RipollSegur", concluía el tuit, que contenía dos fotos: una, con un operario municipal instalando la trampa y la otra, con la trampa ya lista, colgada de la rama de un árbol. Hasta aquí, una actuación pública perfectamente normal y necesaria. Enseguida, sin embargo, la lectura del mensaje se transformó radicalmente, adquirió un nuevo significado, por obra y gracia de Sílvia Orriols: "En Ripoll, combatimos las especies invasoras", soltó la alcaldesa en un tuit de su propia cuenta, con el anterior, el del Ayuntamiento, insertado.

Especies invasoras. El evidente doble sentido del mensaje de Orriols, de la no por velada menos explícita —y miserable— alusión al colectivo de personas que la alcaldesa ofende, insulta, estigmatiza, criminaliza y deshumaniza cada vez que abre la boca, el de los inmigrantes musulmanes, enseguida fue captada por un grupo de tuiteros orriolistas que aplaudieron a rabiar la gracieta de primero de nazi de la alcaldesa. El tercer tuit, el de la agrupación de AC del Pla de l'Estany, el que X ha borrado preventivamente, recogía el tuit previo de Orriols y remachaba el clavo con aires de (cínica) suficiencia pedagógica: "Una especie invasora es una especie viva que se convierte en un agente de perturbación nocivo en el marco de la biodiversidad autóctona. Es la mayor causa de extinción". Y añadía: "¡Combatamos las especies invasoras empezando por los nidos!" Por si quedaba alguna duda de a qué tipo "de especies" se refería en realidad, y donde "anidaban", el mensaje se cerraba con tres etiquetas o hashtags del todo esclarecedores: "#Noalamacromesquita #SalvemCatalunya #SalvemElPlaDeLEstany". Demasiado, incluso para una red tan absolutamente tolerante con la "libertad de expresión" como X, la red social propiedad de Elon Musk, en la que (aparentemente) se puede decir y falsear lo que haga falta.

Es muy grave tratar a los inmigrantes musulmanes de "especies invasoras" y equipararlos a las peligrosas  "avispas asiáticas", como hace Orriols manipulando torpemente un tuit de la cuenta oficial del Ayuntamiento de Ripoll

Es sabido que en los años treinta, la propaganda nazi aludía a los judíos como "víboras", "ratas" o "parásitos". Encontraríamos muchos ejemplos de la tendencia execrable de colectivos humanos de todas las épocas y latitudes de deshumanizar sus adversarios, reduciéndolos a la condición de malos bichos, insectos o seres demoníacos como paso previo a su marginalización o, en el extremo, eliminación física. Es muy grave y serio tratar a un grupo humano, en este caso a los inmigrantes musulmanes, de "especies invasoras" y equipararlos a las peligrosas "avispas asiáticas", como han hecho Orriols y sus seguidores manipulando torpemente un tuit de la cuenta oficial del Ayuntamiento de Ripoll. Pero todo eso es obvio que le importa un rábano a la lideresa de AC y sus acólitos, auténticos especialistas en envenenar la conversación pública para llevar el agua —los votos— a su molino.

Cuidado. Una buena parte de los votos que van a los partidos ultras son de personas honestas y honestamente preocupadas ante fenómenos como la inseguridad en algunos barrios y poblaciones catalanas, donde se han producido graves actos delictivos en los cuales participan "siempre los mismos", jóvenes inmigrantes magrebíes o sudamericanos descontrolados. Son personas asustadas por la percepción que los inmigrantes pasan por delante de los autóctonos en el acceso a todo tipo de prestaciones públicas en la sanidad, la vivienda, los comedores escolares, etc. Eso y lo que se recibe como "políticas woke" de los gobiernos y los partidos convencionales respecto de prácticas cultural-simbólicas o religiosas que se pueden poner bajo sospecha en una sociedad liberal democrática, como el uso del velo islámico, son el caldo de cultivo que alimenta las expresiones electorales del odio. Orriols o Abascal no pescan en una piscina vacía. La dejadez y la política cobarde de los gobiernos locales y nacionales, que a menudo miran hacia otro lado ante los problemas de delincuencia o guetización de barrios enteros, de población mayoritariamente inmigrante, engrasa las cuentas electorales de los partidos ultras, con el "moro" o "el panchito" en el centro de sus discursos de odio.

En Alemania, los tuits y discursos de Orriols y algunos responsables de AC, que rozan el delito de incitación al odio, habrían motivado una investigación como la que se ha abierto contra los ultras de AfD

Le podríamos decir "nazismo banal". En Alemania, los tuits y discursos de Orriols y algunos responsables de AC, que rozan el delito de incitación al odio (artículo 510 del Código Penal vigente), habrían motivado una investigación como la que se ha abierto contra la formación ultra Alternativa por Alemania (AfD) por parte de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), los servicios de inteligencia interior del país. Como Alemania, que conoció la experiencia del nazismo y del comunismo soviético, es técnica y jurídicamente una democracia militante, hay límites, todo aquello que se considera "incompatible con el orden constitucional democrático", que no pueden ser sobrepasados en el debate público y político. La clasificación oficial de AfD como "extremismo de derechas" podría llevar incluso a la ilegalización de la formación ultra. El informe de la BfV detalla que el partido ultra tiene una concepción étnica y ancestral del pueblo que "devalúa" y "viola la dignidad humana" de "segmentos enteros de la población alemana", entre los cuales, los inmigrantes y los musulmanes. Una postura, concluye la investigación, que deriva en "agitación y hostilidad" contra estas personas, lo cual se considera un riesgo para el país y la democracia.

Que AdfD fuera segunda fuerza en las pasadas elecciones federales y que las encuestas la sitúen ahora como primera no parece ser obstáculo para los tribunales alemanes. Lo que tampoco ha impedido que, de nuevo desde las respectivas cuentas de X, tanto Aliança Catalana (AC) como su equivalente españolista, VOX, hayan puesto el grito en el cielo contra una posible ilegalización de AfD por el hecho de que es una formación votada por millones de ciudadanos alemanes. Obviando, por otra parte, que la mitad del país está a favor de prohibir AfD, para AC, la posible ilegalización constituye una "deriva peligrosa"; y para Santiago Abascal, "hace muchas décadas que la democracia no estaba tan amenazada en Europa". Pero en Alemania todo eso suena a excusa barata para aprovecharse cínicamente de la democracia e imponer políticas que pueden destruirla. Hitler arrasó en voto popular en las elecciones federales de marzo de 1933 con 17,2 millones de papeletas, un 47,2% de los votos, 288 de los 647 diputados del Reichstag, lo cual no lo convirtió precisamente en un demócrata. Todo el mundo sabe qué pasó después. Aquellas fueron las últimas elecciones democráticas en Alemania hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, en la zona occidental, la RFA, y hasta los años noventa en la oriental, cuando se hundió el Muro de Berlín y el régimen comunista de la RDA y se reunificó el país. El gran drama de la democracia liberal ha sido históricamente tener que acoger en su seno incluso a aquellos que quieren enterrarla.