No está en sus manos pero, aún hoy, el PSOE valora un posible acuerdo de investidura en octubre. Un pacto de investidura y una jura de la constitución de la princesa Leonor el mismo mes. Un tres en raya sublime si lo consigue.  Las semanas de investidura de Alberto Núñez Feijóo las ha aprovechado más Pedro Sánchez. Cierto que, tras las consultas del Rey, solo tiene noes. O más bien muchos ‘todavía no’. Puertas medio abiertas como la de Coalición Canaria y unas negociaciones a seis bandas que tendrán materia de voltaje como la amnistía y dotación económica, tanto para el PNV, ERC, Junts… como el propio Sumar, que exige carteras y leyes en un escenario propicio para formar gobierno y adverso para las políticas de izquierdas. La mayoría en la cámara es conservadora y el corazón del posible ejecutivo, progresista. Una disyuntiva más en el poliedro a seis. 

Una de las grandes preguntas tras el fracaso de la segunda votación de Feijóo era ¿se había movido el PP o el PNV? El partido de gobierno en el País Vasco, con unos presupuestos cerrados, dejó caer a Rajoy igual que a Feijóo por los mismos motivos. El discurso de Aitor Esteban en 2018 podría ser de hoy: “No podemos obviar la situación en Cataluña”, le dijo a Pedro Sánchez. “Su posición respecto a las naciones vasca y catalanas es importante. El camino no es modificar el tipo de rebelión en el Código Penal, no es señalar al nacionalismo catalán y por ende al vasco como contrarios al proyecto europeo. El camino es dialogar, intentar encontrarse y reconocer que existe un problema nacional en algunos lugares de este Estado”. El PNV de aquella moción es el de esta investidura fallida. “Tendrá un PP enrabietado”, decía Aitor Esteban. Además de esa rabieta permanente, el PP de 2023 se ha aliado con quien pide desde el Congreso (ayer mismo) la “ilegalización de los partidos separatistas”. Santiago Abascal no se ha movido, el PNV tampoco, el PP sí.

Cada miembro de la investidura sostendrá al gobierno sobre su puñado de escaños y ningún pacto puede ser incompatible con el del otro

Quedan todavía días para conocer los detalles técnicos y el mecanismo legal de una amnistía. Queda también que el PSOE dé con una fórmula-equilibrio que permita a los independentistas ‘vender’ que hay espacios para reivindicar un referéndum “inviable” para el PSOE. Aunque no “una consulta para valorar un marco de consulta”, como ha dicho el diputado Óscar Puente en la Cope. 

Está por resolver durante estas semanas qué gobernabilidad ofrece el PSOE en el acuerdo multilateral a seis bandas y con cierto sentido de legislatura. Cada miembro de la investidura sostendrá al gobierno sobre su puñado de escaños y ningún pacto puede ser incompatible con el del otro. Si Sánchez da con una ‘idea de país’ más allá de las demandas concretas, tendrá aire para ser investido y aguantar el envite de la oposición. Sánchez está obligado a compaginar políticas sociales y territoriales para un arco de sensibilidades e intereses muy distintos. El dilema para Pedro Sánchez es conseguir ser presidente como una opción virtuosa y no el remedio al rechazo de Vox. Ser la opción de consenso transformador y no partidos prisioneros del resultado del 23-J.

El PSOE sigue centrado en la negociación con Junts. Aitor Esteban reconocía en el patio del Congreso hace unos días la posición prioritaria como actor nuevo (y actor sorpresa) de gobernabilidad. Junts es ahora la primera ficha del dominó. Una vez esté cerrada la negociación, el resto va en cadena. Si decae, la partida no sigue. Un orden que no elimina al resto de actores.

De momento, Sumar está negociando las condiciones manteniendo su seña de no confrontación. La tensión con Podemos puede subir antes de la posible investidura. De hecho, los morados se dirigen al PSOE como interlocutor y no a Sumar. Desde el espacio morado, exigen cinco acuerdos, todos coincidentes con las peticiones de Yolanda Díaz excepto el gran escollo. El veto a Irene Montero primero de las listas y después de las carteras de Gobierno. Si el PSOE mantiene Igualdad, como es la intención, controlará una agenda polémica durante la pasada legislatura y disolverá parte de ese conflicto entre Díaz y Montero. Podemos reivindica su voz como IU, Comunes o Compromís. La diferencia está en la pérdida de respeto político de ambas partes. La ausencia de reconocimiento de autoridad del otro. Un factor que puede llegar a ser incontrolable a medio plazo.

Todo son filias, fobias y pugnas en la mesa de negociación del PSOE. Junts-ERC, PNV-Bildu, Sumar-Podemos. Con todo, Sánchez tiene que encontrar la fórmula de un gobierno de posibilidades y no de prisioneros. Ya lo ha dicho el lehendakari Iñigo Urkullu, necesitará “todos los votos, de todos los partidos, todo el tiempo”.