Los sondeos descartaban a Colau hace solo unos meses. Claramente, quedaba en tercer lugar. La remontada de Colau se produjo en una de estas operaciones hechas con la connivencia o pensadas —en ocasiones, financiadas— por determinadas élites de la ciudad.

Así fue con Manuel Valls. En este caso, escandalosamente recompensado por los grandes poderes financieros de la ciudad. Y bien tratado por influyentes grupos privados que apostaron por él, más o menos veladamente. En origen y todavía con la resaca post octubre de 2017, se trataba de montar una operación de despacho de prohombres adinerados con ínfulas para conquistar la alcaldía. Al final, es bastante conocido cuál fue el papel de Manuel Valls y el resultado de todo: blindar a Colau con Collboni e Iceta de maestros de ceremonias. Y con Artadi (ahora Foment del Treball) respirando aliviada. Su pesadilla —aparte de estrellarse, tal como pasó— era que un republicano (Maragall) pudiera presidir la capital de Catalunya. Una versión nuestra del antes alemana que catalana que decía Pizarro.

La irrupción de la candidatura de Trias va camino de ser un déjà-vu de 2015. Colau le podría volver a ganar. Solo que en esta ocasión —2023— ha sido su irrupción lo que la ha puesto nuevamente en la parrilla de salida. Trias abandera el anticolauismo sin más, coqueteando implícitamente con este discurso tan españolista que dice que Barcelona (y Catalunya) están en las últimas. Cuando los números objetivables no dicen nada de eso. Siempre podrían ser mejores. Pero solo hay que prestar atención a los rankings internacionales para constatar que toda la campaña de decadencia económica y referencial de Catalunya (y Barcelona) es una mentira podrida.

Hay nuevamente partido a cuatro bandas, con la posibilidad creciente de que Colau vuelva a ganar gracias a un anticolauismo que genera anticuerpos

Cuando todo el discurso y apoyos tienen como única bandera un anticolauismo visceral (la estelada ni está ni se la espera, si se me permite la broma) es la mar de normal que se produzca la reacción contraria. Eso es, una reacción que satisface a Colau en clave 2015: "Yo, la hija del 15-M, la hija del pueblo trabajador, contra Convergència 2.0". Es la misma reacción recíproca que se retroalimenta. Y ambos lo saben y se buscan. En particular Trias, que se apresuró a pedir un almuerzo a Colau y a hacer profusión para que todo el mundo lo viera. Se trataba de polarizar tanto como fuera posible. Y esta es la estrategia de campaña de ambos. No hay otra. Ni una sola idea. Nada sustancial. En particular Trias, que no tiene programa. Como entre 2011 y 2015. Nada más allá de su simpatía y de presentarse como víctima por la fechoría que ciertamente sufrió.

Por si no fuera suficiente, a Trias (y ahora a Joana Ortega) se les escapa fácil que es Collboni su prioridad a la hora de pactar. El mismo que cocinó el acuerdo con Valls para hacer alcaldesa a Colau. Y en la banda, calentando, ya tenemos al PP de Sirera dejando la puerta abierta a investir a Trias (o Collboni), emulando a Valls contra Maragall. Trias añade, para remachar el clavo, que si gana Collboni (o Maragall, dice, para quedar bien), se compromete a votarlo. No lo dice todo. Pero aquí está la torna de la Diputación. PSC, PSC y más PSC. Que es por lo que trabajará el escudero de Puigdemont, Rius, que vuelve al Ayuntamiento a vigilar el huerto por si Trias se despista.

La novedad de los últimos trackings es que Maragall ya ha empatado con Collboni. Que Colau se mantiene estable. Pero no sube. Y que Trias necesita más gasolina (la de los coches que no contaminan) para ganar.

Hay nuevamente partido a cuatro bandas, cierto. Con la posibilidad creciente de que Colau vuelva a ganar gracias a un anticolauismo que genera anticuerpos. Y la alcaldesa lo sabe y lo explotará a fondo hasta final de campaña. Trias es agua bendita para sus aspiraciones.

Esta ansia de los ilustres de la ciudad de poner y sacar alcaldesas ya se ha revelado como un despropósito. Pero también es sabido que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Que no sea que al final a los bendecidos partidarios de Trias se les acabe por caer el favor.