La cosa que me gusta más del nuevo Govern es la libertad y la mala leche casi literaria, de conde de Montecristo, con la cual está pensado. Va siendo hora que la política catalana recupere el espíritu de lucha y las ganas de ganar. Es bueno que los partidos catalanes tengan personas que piensen a largo plazo y que disfruten escuchando como crujen los huesos de los adversarios que intentan meterse en su camino absurdamente.

El domingo encontré en un bar a un catalán de estos que la prensa dice que son universales. Como teníamos insomnio, fuimos a hacer copas. Hablábamos de la vida de los artistas que nos gustan, de la Unión Europea, de nuestros empresarios y filósofo preferidos y pensaba cómo puede ser que una manera de estar en el mundo tan genuina del país, que es la mía y la de todos los catalanes que se han sobresalido y me caen bien, no tenga ningún reflejo en la política.

La respuesta ya la sé y, precisamente, por eso pienso que el nuevo Govern de ERC es una buena idea. La Estrategia de Oriol Junqueras no solo meterá el PSC en el mismo saco que Ciutadans y VOX, también obligará al independentismo conservador a hacer una enmienda a la totalidad al régimen de la Transición. La oposición nacionalista por fuerza tendrá que ser más incisiva contra el régimen español que no contra ERC, si quiere volver a sacar unos buenos resultados en unas elecciones. 

Aunque los intelectuales de ERC no lo digan abiertamente, el nuevo Govern solo sobrevivirá si se hace contra las redes corporativas del sistema, no contra el país. Cuando Enric Marín escribe que era evidente que después del 1 de octubre no se declararía la independencia, supongo que no lo dice para hacer sentir estúpida a la gente, sino que se dirige a los señores de la colonia. Cuando Junqueras dice que tenemos que ser más y más fuertes no quiere decir que falte gente con espíritu en la calle, quiere decir que falta gente con espíritu entre la clase dirigente

La gran lección del 1 de octubre y de los carnavales que hemos sufrido es que la independencia es imposible no tanto por la base del país como por su clase dirigente y administrativa. 

Como ya he explicado en Casablanca, Junqueras hará con los herederos de CiU lo que Pujol hizo con los herederos de ERC en 1980. Se ha girado la tortilla, pero la pelota no está solo en manos de los republicanos. Lo que pase en los próximos años también dependerá de cómo evolucione el espacio político que CiU dominaba hasta hace poco. En 1980, ERC había sufrido el desgaste de una guerra y de una dictadura muy larga; ahora el mundo de CiU no tendrá tantas excusas. Yo por eso corté por lo sano con mi entorno político cuando vi que algunas patums se pensaban que se podían pasar por el forro todos los límites. 

El nuevo Govern de ERC es tanto o más patriótico que el que CiU nombró para organizar el 9N o para hacer la independencia en 18 meses. El nuevo Govern es el mejor gobierno que se puede diseñar bajo el régimen de Vichy, y es normal que lo haya constituido el único partido de obediencia catalana que se opuso a la constitución de 1978. La gran lección del 1 de octubre y de los carnavales que hemos sufrido es que la independencia es imposible no tanto por la base del país como por su clase dirigente y administrativa. 

Ni ERC ni ningún partido no podrá cambiar esto en dos días. A mí me da risa que Puigdemont diga que Pere Aragonès no es un president legítimo cuando él legitimó el 155 dando por bueno a Quim Torra y el pacto con el PSC en la diputación de Barcelona. El Govern de ERC es ideal para quemar momias y para liquidar a los oportunistas que han quedado amortizados. La jugada de Junqueras es arriesgada porque la historia ha tomado impulso y, si no sirve para fortalecer el país, servirá para acabar con ERC junto con las instituciones que el Estado miran de utilizar para liquidar el independentismo.

Ahora es el peor momento para meterse con el Govern constituido por Pere Aragonès, pero es normal que los viejos convergentes corrompidos por el dinero y por la vanidad de las mentiras no lo entiendan —o no se puedan contener—. Son muchos años de no pensar, de arrimarse a discursos de pescadera para conservar el poder sin problemas. Toda esta rabia que produce ERC es el residuo tóxico de tantos años de dejarse llevar por la pereza y los chistes de los que no se toman nada en serio. No hay nada que haga pasar más la rabia que ponerse a trabajar.