La Universidad de Valladolid investía como doctor Honoris Causa a Josep Borrell, el responsable del área de la supuesta diplomacia europea en la Comisión. Han sido muchas las barbaridades que le hemos escuchado decir a este señor durante los últimos años, especialmente desde que comenzase su función al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Soltó perlas imborrables para la memoria, e imperdonables —desde mi punto de vista— para un puesto que requiere de elegancia, inteligencia y ponderación. Sus declaraciones han ido en aumento de gravedad, cuando de representar a la UE se ha tratado, en asuntos tan delicados como la crisis en Ucrania o las relaciones con Rusia, por tomar algunos ejemplos no muy lejanos.

Sin embargo, sorprendentemente, durante la ceremonia universitaria, Borrell dijo algo tan contundente como cierto, pero sobre todo, de un gran calado: afirmó que Israel había financiado a Hamás para debilitar a la formación Al Fatah. Eso, sumado a su idea de que hay que establecer un Estado Palestino, sí o sí, lo quiera o no Israel. Esto, dicho por el representante de la UE en diplomacia, puede que efectivamente no sea en absoluto diplomático, pero sí me parece necesario que sea dicho por alguien de la responsabilidad que él ostenta. 

Se trata, sin duda, de un mensaje directo a un Netanyahu que apareció también esta semana para soltar una barbaridad, dando por hecho que será Israel quien domine el territorio de Gaza una vez haya terminado lo que él considera guerra (que para mí es un exterminio). Lo que Netanyahu protagonizó fue, también, otro acto de sinceridad absoluta. Estaba claro desde hace años que este sionista radical tenía su plan en mente; sin embargo, desde el pasado 7 de octubre no le habíamos oído decirlo así de claro.

Hace falta hablar claro, decir verdades como las que sorprendentemente han dicho estos días Borrell y Netanyahu

Estados Unidos parece estar inquieto, porque el conflicto se podría extender en la región y esto ya es "harina de otro costal". La situación en el Mar Rojo tampoco pinta muy bien, y es cuando puede "salpicar" a otras potencias que, hasta ahora, le han consentido todo a Israel, a pesar de haber condenado las matanzas de Gaza y Cisjordania. Son muchos los que han quedado retratados en este lamentable episodio de nuestra historia inhumana. Basta con asomarse al juicio que ha iniciado Sudáfrica, y contemplar el papelón de Alemania, que, de manera increíble, está justificando a Israel después de haber sido protagonista como responsable del terrible Holocausto. 

Hace falta hablar claro, decir verdades como las que sorprendentemente han dicho estos días Borrell y Netanyahu, para ver si así va calando entre todos lo inadmisible que es todo lo que estamos viendo. De seguir por esta senda, quizás Borrell se anime a denunciar hechos tan escandalosos como, por ejemplo, que haya inmobiliarias israelíes que se dedican a vender proyectos de lujosos apartamentos frente al mar, en territorios recién bombardeados de los que se ha expulsado de sus casas a los gazatíes. O quizás le dé por explicarle al público europeo todo lo que sucedió el terrible 7 de octubre, y cómo Hamás pudo acceder como lo hizo y actuar de aquella manera. De paso, no estaría de más analizar las denuncias que se han hecho por parte de miembros del establishment israelí respecto a las enormes y sospechosas fallas de seguridad de aquel día. Puestos a decir la verdad, que falta nos hace, sería importante aclararnos a todos el porqué se están enviando armas para perpetuar esta masacre. Como estamos haciendo con la pobre Ucrania, a la que se sigue condenando al terror y la muerte. 

Se hablaba esta semana en el Foro de Davos sobre la necesidad de la paz entre Rusia y Kiev. Hubo algún lumbreras que consideró interesante contar con Rusia en las negociaciones. Ya me dirá usted cómo se pretende llegar a un acuerdo sin escuchar y negociar con la otra parte. Porque habrá que llegar a algún punto de entendimiento si no queremos que sigan pagando las consecuencias de esta insensatez las pobres víctimas civiles. Verdades incómodas, pero necesarias que, espero, sigan saliendo a la luz durante todos estos meses. Ya toca. Y cada vez las mentiras tienen menos sitios donde esconderse. Sería motivo para celebrar, si no fuera porque, seguramente, la estrategia esconda algo peor de lo que somos capaces de imaginar. Como siempre.