“Habrá que inventarse una salida/ Ya no hay timón en la deriva”
Vetusta Morla

No soporto las escenas de película en las que se ponen a destrozar cosas. Ya saben, un conflicto y a uno o dos de los protagonistas o secundarios se les ocurre que es buena idea ponerse a romper jarrones, obras de arte, muebles, móviles, mesas, lo que sea que haya en la habitación. Creo que mi primer trauma en ese sentido arranca de Ciudadano Kane, pero independientemente de la tensión, de la trama, del personaje con el que empatice, siempre me digo, ¿de verdad el guionista no ha encontrado otra solución para expresar el conflicto que este estropicio? Y, además, ¿quién recoge eso? ¿Quién lo ordena? ¿No se dan cuenta de la que están liando?

Llevo tantos años escribiendo sobre lo que pasa en el campo jurídico-jurisdiccional-institucional que creo que me he ganado resumirles en un telegrama la situación: el apoyo al PSOE de Podemos y partidos independentistas llevó al Partido Popular a deslegitimar sus mayorías. Al fin, Feijóo lo verbalizó con malvada candidez: “el PP mantiene bloqueada la renovación del CGPJ para protegerlo”, precisamente de una mayoría en la que están los que ellos consideran partidos antisistema. Todo lo demás son gaitas. De ese tesón en impedir que la lógica constitucional del cambio de mayorías se produjera, de esos cuatro años de destrozo institucional, se deriva la justa indignación de las fuerzas de izquierdas. Cegados por ese cabreo, alguien decidió tirar por la calle de en medio. No será porque no se advirtió de que ni tenía sentido ni saldría bien.

No ha habido ningún golpe de togas, como tampoco hubo un golpe en Catalunya. Me parece que golpe es lo que muchos llevan en la cabeza. Es otra cosa, dejemos las metáforas para la literatura. Lo que sucede es que el PP está enrocado a tope y no le importa hacer añicos lo que sea porque esta deslealtad no sólo no le pasa factura electoral, sino que le aproxima a la mayoría. Va lanzado porque cuenta con apoyo popular, un relato verosímil y con los principales poderes fácticos justo detrás empujando. El dinero no quiere aventuras. Los fieles esperan sus cargos.

Ante esta actitud sostenida en el tiempo que dura ya casi una legislatura, el partido de Gobierno y aquellos que le apoyan en las cámaras, deberían haber mantenido la calma y una escrupulosa forma democrática —la forma es el fondo—. Hacerle una jugada al trilero no suele salir bien, el tramposo no tiene límites morales. En cambio, si te pillan jugando a su mismo juego estás perdido, ya no hay forma de diferenciarte de él. La presión de ERC ha sido terrible para este objetivo. Miren por dónde, los catalanes al final se cargan España, pero no con un referéndum, sino haciendo saltar por los aires el sistema constitucional. En ello andamos.

La toma del CGPJ —que no es la Justicia ni mucho menos— por la partidocracia está directamente relacionada con el nombramiento de los jueces que sí tienen que decidir sobre los asuntos que le queman las manos al poder y que le pueden dar las preciadas bazas para mantenerse en él.

Para salvar los muebles y los jarrones, para evitar el estropicio, no queda otra que solucionar el mal de base, que no es ninguno de los que están esgrimiendo en la escenificación: el mal de base es la no renovación del CGPJ pero por su facultad de realizar nombramientos de jueces con jurisdicción en los puntos neurálgicos que afectan al poder. Mientras esa competencia de nombrar magistrados del Tribunal Supremo o los TSJ siga residiendo en ese órgano, este será partidizado. La toma del CGPJ —que no es la Justicia ni mucho menos— por la partidocracia está directamente relacionada con el nombramiento de los jueces que sí tienen que decidir sobre los asuntos que le queman las manos al poder y que le pueden dar las preciadas bazas para mantenerse en él.

Por tanto, la verdadera regeneración, esa que nos interesa a los ciudadanos y no a los dos grandes partidos pasaría por quitarles el caramelo. Muerto el perro, se acabó la rabia. Una de las opciones de reforma son las competencias del CGPJ, que están fijadas por ley orgánica y pueden aumentar, como se hizo en su día, o encoger según el legislador. Adelgazarlas y sacar los nombramientos del Tribunal Supremo de ese órgano lo convertiría en irrelevante para los partidos. Otra fórmula es introducir no sólo méritos tasados en la selección de magistrados para las ternas sino un elemento de azar final que impidiera los cambalaches y los cambios de cromos en los que se basan estos tejemanejes.

O pongamos el Tribunal Constitucional, que se ha ido llenando de verdaderos melones jurídicos a base de querer llevar soldados obedientes. Un órgano en la cúpula de la protección constitucional al que llegan gentes tan jóvenes que todavía tienen carrera por hacer cuando cumplen su mandato y, claro, quieren más cosas. Un soldado que quiere más cosas es especialmente obediente para lamer la mano que se las puede dar. Nada. Juristas de más de 65 años, que se jubilen al terminar. Menos premios a jueces y sobre todo a jueces penales, que han convertido el órgano en un escalón superior para medrar. El Consejo Constitucional, que así debería llamarse para que nadie lo confunda con un órgano jurisdiccional en el que lo quieren convertir, no necesita tanto juez de carrera ni tanto juez penal, sino más gente de la doctrina, catedráticos de Derecho Constitucional y de otras disciplinas precisas para la interpretación de la Carta Magna. Con menos jueces y menos fiscales, como al principio, las formas del órgano cambiarían y no existiría esa tendencia permanente a convertirlo en un Tribunal Hipersupremo. Hay muchas posibilidades y los expertos las han ido desgranando, pero para poder ponerlas en marcha, los dos grandes partidos deberían resignarse a sacar sus manos de ahí y no van a hacerlo. Ninguno de los dos.

Respecto al culebrón de las altas palabras, Sánchez lo va a solucionar haciendo las cosas como se debieron hacer desde el principio. Yo ya copié a Andreotti y a la vista de la jugada a tres bandas y con acelerador que presentó ufano el Gobierno dije “manca finezza”. Porque del secuestro del PP y de sus soldados te puedes esperar todo. Visto queda. Así que a tramitar como proposición independiente las reformas que afectan al TC y al CGPJ. ¿Que no se va a cumplir esa inútil condición de que todo quede hecho antes de Nochebuena para que luego la gente se olvide? Se van a acordar igual cuando se empiecen a bajar las penas o las acusaciones.

Yo recomendaría exquisitez en las formas y en los fondos. A lo mejor es más importante no regalarles el relato a las derechas en año electoral que conseguir que Cándido Conde-Pumpido presida el Constitucional con la toga recién sacada de la tintorería.

La máxima gravedad y el drama y el golpe y el fin del mundo tampoco serán esta vez. Gente fina es lo que hace falta, cabezas pensantes, juristas competentes y sabios. Eso es precisamente lo que no nos van a dar y eso sí que es una palada sobre la tumba del orden democrático. Los melones nos rematarán.