En política, las victorias empiezan a fundamentarse cuando alguien consigue provocar una ruptura o una aparición repentina en el marasmo de la conversación pública. Así ha hecho Sílvia Orriols desde la semana pasada en un pleno en el Parlament que pareció ser dedicado únicamente a la cuestión del velo islámico (y tanto da si no era el caso). En efecto, la hiperlideresa de Aliança Catalana presentó en la cámara una moción que pretendía prohibir "la imposición del velo islámico en espacios públicos" refiriéndose a cualquiera de sus variantes; el hiyab, el burka o el niqab. Como sabe cualquier chiquillo, Orriols no tenía ninguna pretensión de aprobarla, sino la sola intención de resucitar un debate público sobre el velo que hasta entonces tenía muy poca presencia en las calles (o más bien nula, comparada con asuntos como el derecho a la vivienda y a llenar la nevera sin tener que pedir una hipoteca). Pues a fe de Alá que Orriols ha salido adelante.
Parte del mérito de este primer triunfo no es de la amazona ripollesa, sino de Junts per Catalunya, un partido que hizo novillos el día que en clase explicaban los trucos más básicos de la cosa pública. Lejos de hacer pasar la moción en sordina y no poner las cosas fáciles a Orriols para que hiciera ruido, los cráneos privilegiados de Junts decidieron abrazar el miedo (a saber, la todavía hipotética sangría de votos que pueden perder en favor de los aliançats en el Parlament) y matizar la petición de Orriols, diciendo que lo oportuno sería prohibir el velo islámico en las escuelas, el burka y el niqab en el espacio público, y el burkini en las piscinas. Es del todo intrascendente si se piensa que la enmienda en cuestión resulta oportuna, porque hace falta tener muy pocas luces, y ser tremendamente bobo, para no haber visto la trampa. ¿A qué escuelas habéis ido, hijitos míos? ¿Es que no sabéis, como remachó oportunamente Orriols, que la gente siempre compra los originales, no las copias?
Sé que cualquier enmienda a los juntaires acostumbra a provocar que una legión anónima de puigdemonters te ponga la mañanapatas arriba en las redes acusándose de todos los males, pero alguien tendría que hacer entender al partido de Waterloo que no se puede transitar el espacio que va de la CUP a Aliança en pocos meses y esperar que el electorado aplauda como si nada, sobre todo si se tiene la pretensión de seguir siendo un partido de centro. También, ya que estamos, habría que recordarles que el sentimiento de miedo se contagia a los votantes, que no acaban de ser papanatas del todo y ven perfectamente cuando un partido se hace el sordo para acabar matizando una proposición de ley claramente excluyente, solo para que la cosa no parezca tan racista. Todo eso es de básica, insisto, cosas que tendrías que aprender antes de afeitarte, especialmente ante un hecho como la inmigración, de la cual es del todo absurdo discutir si no se domina el control fronterizo.
La discriminación que sufren las mujeres con el velo islámico no se resuelve con las recetas de Orriols, sino justamente integrando a los recién llegados
Sea como sea, Orriols ha conseguido lo que quería, y este fin de semana todas las sobremesas del país han aprovechado que el femenino había jugado como el culo la final de la Champions para encarar la discusión del velo. De hecho, ha sido difícil caminar entre ciudades y bosques, debido al aumento de cuñados por metro cuadrado que inundaban el país. Y mira que es fácil acabar con la disputa en cuestión, especialmente desde el lugar más afín a aquello que tendría que ser Junts (a saber, ¡un partido liberal!). Haré un resumen muy wikipédico, para que incluso Albert Batet me pueda entender; los liberales pensamos que todo el mundo tiene derecho a vestirse como quiera y estamos radicalmente en contra de ninguna prohibición estatal en este ámbito, pero defendemos igualmente el derecho de cuestionar las herencias culturales que nos llevan a taparnos o exhibir muslo, especialmente si estas representan agravios en términos de género.
Con eso, ya lo veis, era suficiente para surfear la trampa e iniciar un debate (¡necesario, of course!) sobre la presencia del velo islámico en nuestra casa. Solo había que recordar que el acto de prohibir genera, siempre y siempre, el efecto contrario al pretendido por las administraciones. Era oportuno, en definitiva, demostrar que la discriminación que sufren las mujeres con el velo islámico (que es indiscutible!) no se resuelve con las recetas de Orriols, sino justamente integrando a los recién llegados en una cultura que, a pesar de todas las enmiendas que podamos hacerle, regala a las mujeres unas cuotas de libertad mucho mayores que cualquier religión a la hora de asumir una tradición y de transformarla en algo nuevo. Con eso había bastante, pero había que tener el entendimiento un pelo más entrenado que el de los mosquitos. Si los juntaires continúan con la táctica, por desgracia, ya pueden ir avezándose a sentarse cerca de la CUP.
Aunque me pese, Orriols ha ganado esta partida. Visto el nivel de sus rivales, esta será la primera victoria de muchas. Le costará poco esfuerzo.