"Aquellos que locamente buscaron el poder cabalgando a lomo de un tigre acabaron dentro de él"
J.F.
Kennedy

 

Leo sobre el sufrimiento de un mexicano por tener el pene más grande del mundo, 48 centímetros y 900 gramos de peso, y echo un ojo de refilón a la fotografía en la que Roberto Esquivel pone su miembrazo sobre una mesa para lucirlo en toda su amplitud. Que ya, que lo sé, que se supone que soy analista política y en estos días hay negociaciones e investiduras en juego. ¿Qué hago yo hablando de megamiembros sobre la mesa? Imagínense cómo una cosa me ha llevado a la otra y la otra a la una. En el fondo, la lucha por el poder se parece mucho a una esgrima de poderíos.

Vean, por ejemplo, la pugna del "yo también valgo una investidura". Solo así se entiende que Feijóo haya basado su pretensión fallida arguyendo, una y otra vez, que si no va a gobernar es porque no quiere, porque no ha cedido, porque no se ha dejado llevar a donde Junts quería ir. Es cierto, se lo tengo dicho desde agosto, que los populares tuvieron contactos con los de Puigdemont desde ese mismo mes, incluso antes que los socialistas, y puede que hasta adelantándose al envite de Sumar de nombrar "negociador" a Asens. Han sido más encuentros de los que han reconocido, pero mira cómo de la necesidad han hecho virtud y, tras tanto secretismo, no solo los reconocen sino que los exhiben. Puede que se haya sobrado un poco, verse no significa tampoco que los de Puigdemont los prefirieran a ellos y que solo con decir si hubiera sido investido.

Lo de Sánchez no subiendo a darle la réplica al candidato en un debate de investidura, lo de que ni siquiera lo haya hecho su portavoz parlamentario, encargándoselo a un propio de a pie, ¿no es bastante mexicano? Los entregados a tope han aplaudido lo bien jugado del gesto, pero, en realidad, degradar el debate de investidura de Feijóo, confundir el relato con la política, usar el tono que se usa, no le beneficia ni a su partido ni a sus intereses ni a los del resto. Da también una pincelada de cómo se las gasta Sánchez. Le dice el guion parlamentario que le toca hablar y, como no le prohíbe no hacerlo, se sale por la tangente con una añagaza. Ojo al dato, que no es la primera vez que lo juega así, ni será la última. Sánchez dice que hablará cuando llegue el momento de su investidura, que ya da por segura.

Al final, hacerse el chulo sin motivo queda al desnudo

Desde su perspectiva todo son órdagos vacíos. Está seguro de que el pacto con Puigdemont está hecho y está seguro que del resto no le fallará nadie. Es mucho estar seguro, pero miren al mexicano, él sí que parte la pana. Lo cierto es que las cosas sobre la amnistía avanzan al parecer adecuadamente y que el acuerdo llegará y estará avalado tal y como se pidió. El avance es tal que, reservadamente, miembros del Gobierno en funciones hablan de una comunicación de Sánchez la semana próxima al jefe del Estado para asegurarle que está ya en disposición de ser investido y solicitando una nueva ronda de consultas. Los de Waterloo han sido avisados. Así las cosas, puede que ni siquiera se llegue a la fecha tope del 26 de noviembre para que se produzca esa nueva sesión de investidura. O, al menos, eso es lo que dicen unos y otros por lo bajinis, porque hablar de más en público puede hundir el inestable barco y de eso precisamente acusan algunos a ERC, de histrionismo. 

Todos lo valen, nos repiten. El voto de todos es necesario, aunque es obvio que no decisivo, puesto que lo entregaron y no les queda vuelta atrás. Todos intentan asomar en la rendija para no perder el protagonismo. Tengamos a Belarra, que amenaza con retirar el apoyo a Sánchez si no nombra ministra de nuevo a Irene Montero. Más allá de la patética lucha del núcleo duro por el sueldo y el coche oficial de una persona concreta, lo cierto es que se trata de una baladronada, puesto que saben que si por su culpa es preciso ir de nuevo a elecciones se disolverían como el azucarillo que son. Otro caso de melena brillante a base del famoso champú —porque yo lo valgo— lo tenemos claramente en ERC pretendiendo hacer ver que su apoyo está también en vías de negociación, como si no fuera un hecho que lo han comprometido antes incluso de las elecciones. De ahí lo del referéndum, "yo aún pido más", aunque tanto ellos, como ustedes o como yo, saben que no dejarán de votar a Sánchez, aunque dicha posibilidad no esté en este momento en ninguna boca ni en ninguna negociación. Hay mucha gente que reniega de su verborrea y afán de protagonismo. Los de Puigdemont, a la chita callando, hablarán del reconocimiento del derecho de autodeterminación más adelante, no de forma previa a la investidura. 

Así que ya ven, el que más y el que menos emula a nuestro amigo mexicano y nos muestra, o más bien nos cuenta, lo grande que es y lo que pesan en el asunto. Pero para finalizar no puedo no desvelarles una cosa sobre el eximio Roberto Esquivel, que afirma no haber tenido sino una relación sexual en su vida, ¡para qué tanto para tan poco! Los investigadores han intentado, obviamente, desvelar el secreto de su miembro de excepción y héteme aquí que tras hacerle una tomografía computarizada, los doctores concluyeron que el tamaño real de su pene es de 18 centímetros y que el resto era prepucio y piel inflamada. No descartan que sea el resultado de haber utilizado pesas para alargarlo durante años y que la tumefacción e inflamación actuales no sean sino el resultado de tan terrible práctica. No es oro todo lo que reluce, ni miembro todo lo que pone sobre la mesa el mexicano. Del mismo modo, tampoco es poder decisivo todo lo que nos dicen. Al final, hacerse el chulo sin motivo queda al desnudo en un TAC, y la prueba, en el caso de la política, será una votación y una legislatura en la que se verá el verdadero peso de todos y cada uno. Aunque ellos, claro, digan que lo valen.