La comida de campaña de Trias y Colau responde a un interés mutuo —bien jugado— tan legítimo como capcioso. Al final, aquellos que mutuamente se tratan de antagonistas al mismo tiempo se retroalimentan. Trias espolea las expectativas de Colau en la medida en que desgasta por arriba a Collboni y sobre todo a Ernest Maragall. Trias los iguala.

Y Colau es muy consciente de que le conviene confrontarse con Trias, a quien puede señalar como el centroderecha catalanista de siempre y a quien ya derrotó en 2015. Para Colau, Trias es agua bendita. Le ha salvado la campaña.

Ya es coincidencia —o quizás no— que Valls regalara la alcaldía a Colau para vetar a Maragall y que ahora sea Trias quien la vuelve a poner en la partida. Más todavía, buena parte de aquellos que financiaron a Valls (entre estos los principales banqueros y un ilustre aristócrata) ahora confiesan en privado que podrían votar a Trias. Para ellos (poderes fácticos) Trias no es solo un tipo simpático —que lo es— también les recuerda aquella Convergència que Trias reivindica. Un Trias que, además, se ha deshecho de toda expresión de nosurrendismo, consciente de que para ampliar su base electoral los Cuevillas le hacen infinitamente más estorbo que servicio. Su lista es un déjà vu, toda una declaración de intenciones de un hombre que reivindica a Convergència y su espíritu con plenitud y que ni quiere ni tiene ninguna necesidad de hacer comedia.

Buena parte de aquellos que financiaron a Valls (entre estos los principales banqueros y un ilustre aristócrata) ahora confiesan en privado que podrían votar a Trias

Claro que no vale olvidar que Collboni gusta tanto o más que Trias a estos patricios que con su apuesta fallida coronaron a Colau en 2019 y que no desisten nunca de querer decidir quién les conviene en cada circunstancia. Aquellos que entonces financiaron a Valls generosamente en blanco y en negro y que satisficieron todos sus caprichos, hoy ven con buenos ojos la sociovergencia, que querrían liderada por Collboni. Pero que tampoco verían mal si el escogido fuera Trias que obviamente es la sociovergencia a la cual aspira de todas todas Puigdemont, con la Diputación de canje.

Más complicado lo tiene Ernest Maragall. Tiene a los patricios en contra y ninguna alianza a la vista. Colau y Collboni ya se lo dejaron claro. Y Trias tira más hacia Collboni, aunque Trias no es Puigdemont. No comparte la aversión estomacal de Waterloo a los republicanos y probablemente tiene bastante personalidad para hacer la suya. Como no se puede descartar nunca a un Maragall —por mucho que lo quieran enterrar— que afronta estos comicios —ciertamente medio dormido por ahora— sabedor que es su última oportunidad. Ni a Colau que después de pactar con Trias una campaña de confrontación, el sábado se regaló un baño de masas demostrando capacidad de convocatoria. Como obviamente no se puede descartar a Trias y todavía menos a Collboni que tiene un sondeo interno que lo iguala con Maragall. El mismo resultado que el sondeo de los republicanos de diciembre. Hay partido.