Torre Pacheco como polvorín, como laboratorio de VOX, como centro de batalla de la campaña electoral permanente y campo de extremistas atemorizando a los vecinos del municipio murciano. De una buena convivencia se ha pasado al miedo a salir a la calle con el grito de fondo: "Moro, moro, vamos a por él". Ese “"él" es todo aquel que no aparenta haber nacido en Murcia. Y con la tercera fuerza política alentando "llamamientos a acciones fuera de la ley", en palabras del ministro del Interior, y esparciendo xenofobia con la inmigración.
En la frase "hay que deportarlos a todos. No va a quedar ni uno", como clamó el líder de VOX en Murcia, José Ángel Antelo, ese "ni uno" criminaliza y alienta la persecución de todos. ¿Quién tiene la culpa? Los discursos de odio de la ultraderecha política y los radicales violentos organizados en las redes sociales, apunta el ejecutivo. En gran parte, VOX, señalan tres ministros del Gobierno. Fernando Grande-Marlaska, Óscar López e Isabel Rodríguez han verbalizado lo que se ha visto en directo en la segunda madrugada de disturbios y en la subida de tono de la formación de Santiago Abascal durante la última semana. Torre Pacheco es un causa-efecto alentado con declaraciones inasumibles políticamente y denunciadas ya en la Fiscalía como delito de odio.
La obligación de la política es gestionar la convivencia, no romperla. Buscar soluciones, no prender la mecha de las cacerías. No se puede convertir un municipio de 40.000 habitantes en el destino policial de una operación jaula. Ni normalizar que un sábado veraniego de julio el 30% de la población migrante en Torre Pacheco tenga que encerrarse en casa muerta de miedo. El salto cualitativo no es que se sintieran perseguidos, es que lo estaban.
Cuanto más sube VOX el termómetro del discurso antimigratorio, más rédito electoral parecen tener
Cuando el líder de VOX en Murcia, José Ángel Antelo, dice "no va a quedar ni uno" y vincula migración con delincuencia, promueve y provoca ese odio. Compartir fotografías, nombres y documentos de identidad de supuestos autores es poner a muchos inocentes en esa diana. El alcalde de Torre Pacheco, Pedro Ángel Roca, no tiene datos oficiales para vincular "legales o ilegales" con la delincuencia, a pesar de que la tasa delincuencial del municipio está por debajo de la media en Murcia. Pero está sobre el terreno, conoce la realidad y su voz es relevante. Como dice la politóloga Máriam Martínez-Bascuñán "los marcos extremistas prenden porque conectan con miedos reales". E incluso situaciones reales. Los datos en frío no pueden conectar una población, la migrante, con la inseguridad. Pero el temor está ahí y las soluciones pasan por la gestión política y social de esos temores.
Torre Pacheco es la consecuencia inmediata de la retórica identitaria, la imposición de una supuesta cultura supremacista y una vinculación directa de la inseguridad con el migrante. La necesidad de abordar la integración es incompatible con las soluciones xenófobas que propone VOX. Un partido bajo el que se sienten protegidos los ultras que agitan e incendian la convivencia. La agresión al sexagenario es vergonzosa y las detenciones corren a cargo de Interior. La agresión es una cosa, los ultras, otra. La concentración y la llamada a la cacería han atemorizado al pueblo y han extendido la inseguridad —en este caso muy real— a las calles de un municipio donde desde los años ochenta la economía local la levantan en parte los inmigrantes.
No es fácil poner límite a la ola reaccionaria. Cuanto más sube VOX el termómetro del discurso antiinmigratorio, más rédito electoral parecen tener. Todas las encuestadoras recogen el momento VOX. Y mientras el PP debería estar capitalizando el Congreso nacional, una semana después, va a rebufo de una estrategia electoral centrada en los negocios de un suegro fallecido y la parálisis frente a Santiago Abascal. El momento PP no termina de llegar cuando más falta hace para centrar un discurso que no puede estar enmarcado en el odio.