Por fin ha llegado el día. La espera para ERC, para todo el mundo de ERC, se ha hecho muy larga. Agotadora. Pero finalmente mañana, sábado 30, los militantes podrán elegir a una nueva dirección. Las dos grandes candidaturas que se enfrentan son la de Oriol Junqueras, "Militància Decidim", y la que apadrinan Marta Rovira y Pere Aragonès, "Nova Esquerra Nacional". La travesía de estos meses, desde los desastrosos resultados en las elecciones catalanas de mayo hasta ahora, podría haberse vuelto aún más desesperante y destructiva de no ser por la desgraciada irrupción de la DANA, que lógicamente absorbió toda la atención de los medios de comunicación.

La parte buena de todo ello es que las candidaturas —que finalmente serán tres, las dos arriba citadas, más la que impulsa, entre otros, el exconseller Alfred Bosch— han tenido tiempo de sobra para explicar quiénes son y qué quieren. En esto, como en otros aspectos, Junqueras ha jugado con ventaja, ya que empezó a peinar el país y celebrar encuentros con militantes mucho antes de que se convocara el congreso. Quizás Junqueras preveía lo que ocurriría después de las elecciones de mayo —que fueron precedidas de otros muy malos resultados— o quizás no.

Si hablamos de proyecto, cabe decir que resulta difícil distinguir entre las dos grandes candidaturas que mañana compiten. Tanto la de Junqueras como la de Xavier Godàs, candidato a presidente por "Nova Esquerra Nacional", son propuestas igual de independentistas. Tampoco existe mucha diferencia con respecto a su ubicación ideológica a la izquierda. Ambas listas han marcado distancias con Salvador Illa y el PSC, aunque los más rotundos en contra de pactar con los socialistas ha sido la tercera lista, denominada "Foc Nou".

¿Cuál es la gran diferencia, pues, entre dos grupos de personas que han estado dirigiendo juntas la nave de ERC desde 2011? Resumiendo, lo que les enfrenta es la dialéctica cambio-continuidad. O, para decirlo claro del todo: Junqueras sí o Junqueras no. Lo apunté en un artículo en El Periódico de Catalunya en septiembre y sigue siendo verdad: lo que se celebrará mañana es, más que ninguna otra cosa, un plebiscito. Un plebiscito sobre Junqueras. La votación, por lo tanto, no va de ideología, ni de proyectos políticos, ni de estrategias. Va de echar a Junqueras o no echarlo. Son dos listas ("Nova Esquerra Nacional" y "Foc Nou") contra una, la de Junqueras, "Militància Decidim". (Si la candidatura impulsada por el colectivo "Primer d’Octubre" hubiera logrado las firmas necesarias, serían tres contra una). Junqueras confía romper mañana la barrera del 50% de los votos y derrotar a los que no lo quieren. Si no lo alcanzara, será necesaria una segunda votación, el próximo 14 de diciembre, en la que existe el riesgo de que las otras dos candidaturas sumen fuerzas contra él.

La votación no va de ideología, ni de proyectos políticos, ni de estrategias. Va de echar a Junqueras o no echarlo

Junqueras lo tuvo claro desde el principio. Y aceptó jugar esta carta del plebiscito. Más todavía porque la alternativa, Xavier Godàs, no cuenta ni mucho menos con el grado de conocimiento de Junqueras entre la militancia. El exvicepresidente de la Generalitat genera muchas adhesiones —Elisenda Alamany lo ha llegado a comparar con Messi—, pero, al mismo tiempo, también produce rechazos graníticos. A veces es un rechazo emocional, de química. Pero también hay otras personas, compañeros próximos a Junqueras, que han decidido no apoyarle, simplemente, porque creen que, después de trece años, no es bueno que siga al frente de Esquerra. En no pocos casos eso ha causado sorpresa y un profundo malestar en Junqueras, que lo ha visto como una traición.

Los avales presentados por cada candidatura pueden darnos una pista de la relación de fuerzas entre ellas. Mientras que la de Junqueras presentó 2.565, la de Godàs presentó 1.510. La tercera candidatura, "Foc Nou", reunió 468. De hecho, tras la presentación de las firmas, y cada vez más, Junqueras empezó a hablar como virtual ganador. Y modificó su estrategia. Intentó corregir un factor que jugaba claramente en su contra. Este factor es el miedo. La dureza de sus anteriores ataques contra Marta Rovira y los suyos, y algunas manifestaciones de él interpretadas como amenazadoras, habían extendido entre las demás candidaturas y la militancia la convicción de que si Junqueras ganaba pondría en marcha una cruenta purga interna. Que se cargaría a todo el mundo que le hubiera negado su apoyo.

Junqueras ha tendido la mano a las demás candidaturas. El martes, en el debate entre candidatos a presidente, habló de recoser entre todos ERC. Y el sábado pasado, en Mataró, proclamó, solemne: "Vosotros sois de los nuestros. A los que estáis en otra candidatura os digo que nosotros somos de los vuestros". Más allá de la sinceridad o no de sus palabras, Junqueras intenta desactivar el voto en su contra, reducir el perímetro del miedo. Ablandar resistencias. Veremos si todo ello da mañana el resultado esperado, que es, como decíamos, derrotar ampliamente a las dos otras listas. Imponerse con rotundidad y no tener que jugárselo todo a cara o cruz en una peligrosa segunda vuelta el próximo día 14.