"No se preocupen, sé que jamás lo entenderán".
L. Wittgenstein

Dicen que Keynes escribió en una carta el 18 de enero de 1929: "Ha llegado Dios, me lo he encontrado en el tren de las cinco y cuarto". Resalto la fecha para que nadie piense que alguno de nuestros dioses caseros andaba por allí; se refería a Ludwig Wittgenstein que regresaba a Inglaterra. Wittgenstein, figura deificada por los estudiantes de Cambridge y justamente por mor de su Tractatus y la fascinación intelectual que producía. Lo encontrarán muy bien recogido por Eilenberger en su obra Tiempo de magos. Ahora que entramos nosotros en un tiempo de magos, más prosaicos y menos dioses que aquellos e, incluso, de lo que alguno se cree. Nuestros magos tendrán que ensayar nuevos y viejos trucos para llevar al pueblo a las urnas con su nombre en la mano. ¿Cuántas veces se puede repetir un truco sin que se vea el doble fondo? ¿Cuánto dura la ilusión del polvo de estrellas hasta que se descubre que no es sino una tela de brillo ajada por el uso? De eso van las elecciones que se avecinan y las catalanas aún más.

El aprendiz de brujo que habita en Moncloa pende del hilo del éxito de Illa y de la cuerda que Puigdemont le ha echado al cuello. No cabe duda de que sus pactos, por mucha necesidad que rezumen, pueden dar que pensar a aquellos no independentistas que votaron PSC convencidos de que su papeleta quedaba lejos de ERC y Junts. A estos deben enviarles las señales adecuadas para que no desfallezcan y de ahí el juego de manos de la inflexibilidad, la "mano dura" con las veleidades de independencia que les ha funcionado en otras ocasiones. Así que la Abogacía del Estado informa en Estrasburgo que la condena a los líderes del procés fue divina de la muerte y no vulneró derecho alguno, a la par que haces declaraciones sobre la necesidad de enmendar lo que se hizo mal con la amnistía. ¿Lo ves, no lo ves? Polvos de la madre Celestina... y ¡ya está!, aparezco a tu lado y llevo al Tribunal Constitucional la ILP que es "divisiva", "fractura la sociedad" y "genera tensión" mientras por lo bajinis hablo de referéndum con unos y con otros.

El truco de Puigdemont es de equilibrista entre el posibilismo y la utopía y para llevarlo a cabo tendrá que hablar de cosas que a Sánchez le van a dejar escocido para las europeas y a Illa le ensombrecen el camino

Tras la amnistía, el referéndum; y tras el referéndum, el camino a la independencia. "Volvemos para completar la faena", que ya se vio que no se podía terminar, al menos no de esa manera. Hace magia su presencia en las encuestas y comienza la remontada sin que esté claro si logrará volver a hacer brillar la ilusión en todos sus antiguos seguidores, en los necesarios para salir a ganar a ERC. El truco de Puigdemont es de equilibrista entre el posibilismo y la utopía y para llevarlo a cabo tendrá que hablar de cosas que a Sánchez le van a dejar escocido para las europeas y a Illa le ensombrecen el camino.

Por más rotundo que se ponga el candidato socialista: "No habrá referéndum de autodeterminación", ¿conseguirá que sus potenciales votantes le crean? Ese truco lo quemó tanto Sánchez que ya empieza a ser una broma, al menos en ese Madrid que saben la de "dime qué prometen no hacer, que eso harán a la vuelta de la esquina". No descarten que algunos de los votantes de Illa se hayan aprendido ya el juego de manos y tengan reticencias.

Es muy difícil que tal exhibición de ilusionismo no cree fricciones entre las formaciones: de los catalanes con los socialistas, de los socialistas con los catalanes y de los catalanes con los catalanes. Son muchos meses en campaña y precampaña, son muchas intervenciones, son muchos golpes de efecto para pretender que todo vaya como la seda. Incluso si sigue en vigor el pacto de no agresión y de relatos independientes que suscribieron al principio de las negociaciones, las chispas pueden saltar en cualquier momento e incendiar a alguien. La escalada de divergencias sólo puede ir creciendo y una vez finiquitada y ejecutada la amnistía, el panorama cambia mucho y no a favor del inquilino de Moncloa. De hecho, vengo a decirles que en algunos sectores del Madrid profundo, Puigdemont se ha convertido ya en un ser de esperanza, más que nada porque están convencidos de que es el único con redaños para darle la estocada a su odiado Sánchez.

Tenemos el doble salto mortal de Alejandro, el candidato que en su casa no querían. Feijóo al final ha decidido ser pragmático y, al no tener alternativa clara, a tan pocas semanas de las elecciones, jugar con la carta que tenía. Conseguir pulirle votantes a Illa, que es el encargo que tiene, es un juego de naipes que depende mucho de lo que los partidos independentistas dejen al aire de la caja de trucos de Sánchez.

Juegos de magos. Catalunya sigue siendo el centro de la política española como en su día lo fue el País Vasco. En el exterior se juegan partidas simultáneas graves y que nos tocarán, pero de las que nadie va a hablar antes de las urnas. En Tiempo de magos encontrarán puntual referencia al famoso reto filosófico que enfrentaron Heidegger y Cassirer en Davos, en la montaña mágica de Mann que ahora celebra su centenario. Suiza, siempre, ya saben, lo que se habla en Suiza. Por otra parte, el tiempo de estas minivacaciones invita a leer. No lo duden. "Para vivir feliz tengo que estar en concordancia con el mundo", escribía Wittgenstein. Concuerden todo lo que puedan. Nos leemos al retorno.