El president Quim Torra estuvo ayer en Can Basté y, más o menos, explicó que "vivimos en una autonomía jurídica, donde hay una República declarada, pero no hecha efectiva, pero que se está tratando de hacer efectiva, pero con un Govern que actúa con las competencias del Estatut ―recortado, añadiría yo―, por tanto, actuando como una autonomía, pero mirando de hacer efectiva la República, por tanto, trabajando para que Catalunya pueda ser independiente ―ya veremos cómo, agregó el president y añadiría yo― sin descartar ninguna vía democrática y pacífica". Más claro, el agua, ¿no?

El president Torra, que intenta hablar más claro que los políticos profesionales, sólo tocó el Stradivarius cuando se le preguntó qué piensa hacer cuando haya la sentencia del Supremo sobre el 1-O. La respuesta fue que irá al Parlament con una propuesta bajo el brazo para que se vote. Pero el violín llegó cuando fue preguntado sobre qué propuesta. ¿Hacer efectiva la República? ¿Y si la propuesta es ésta y el presidente de la cámara, Roger Torrent, no la quiere someter a votación para evitar volver a empezar con las cárceles y los exilios, luego culpar a ERC de traición e ir a elecciones con este marco? ¿O la propuesta debe ser consensuada previamente por la voluntad del president de ejercer de Super Glue-3, según dijo?

Y esta es la clave. Es lo que quieren saber los ciudadanos. Hace sólo 10 años, los independentistas eran el 15%. Ahora son la mitad. Y todavía están allí. No se han marchado. El catalanismo tenía el Estatut como mínimo común denominador. Ahora el catalanismo se ha jibarizado ―a pesar de los esfuerzos de resistencia de parte de lo que queda de los tiempos de la guerra fría PSC-CiU― y la corriente mayoritaria es el independentismo. La gente está. Pero se pregunta qué debe hacer para no tener que aprenderse la imposible definición de Quim Torra e irse a casa desesperada. Y, por tanto, si los dirigentes, si los partidos, quieren que la gente no se vaya, deben consensuar un mínimo común denominador. Volver a establecer una estrategia. Y no sólo una respuesta al juicio, sino más allá. Aunque tengamos que volver utilizar el concepto de hoja de ruta.

Si los dirigentes, si los partidos, quieren que la gente no se vaya, deben consensuar un mínimo común denominador. Volver a establecer una estrategia

El dirigente político que ha hecho la propuesta más potente es el enemigo público número 1 de la España que José María Aznar comenzó a imponer hace más de 20 años: Arnaldo Otegi. Otegi habla de un gran pacto de los independentistas de todo el Estado que vaya de Bildu y la CUP al PNV y el mundo convergente para confrontar a la España de matriz castellana y hacer posibles cambios en profundidad. Pero para que haya este gran pacto que permita confrontar la España del tripartito de derechas con la España que quiere abrir un proceso constituyente sin renuncia a nada, lo primero que deben hacer unos y otros es ponerse de acuerdo en sus respectivos países, lo que no ocurre ahora ni en Euskadi ni en Catalunya. Y, en este sentido, donde urge más una clarificación es dentro del mundo convergente, donde hay la batalla de la sopa de letras entre un PDeCAT que se resiste a morir, el interregno de Junts per Catalunya, y una Crida que se resiste a nacer. Pero debe haber un mínimo de estrategia entre el resto de siglas también para coordinar una internacionalización, aprovechando que la lucha por los derechos civiles y políticos se entiende más en el mundo que la voluntad de una región rica de irse de España, que es lo que había vendido la diplomacia española. Si cada uno llama a la puerta por su cuenta, les dirán que primero se pongan de acuerdo entre ellos.

Sólo si entre Lledoners, Waterloo, las primeras nieves de Ginebra y los relevos institucionales se ponen de acuerdo, será posible que la respuesta a la sentencia, que debe ser política, sea avalada por una mayoría del Parlament. De lo contrario, llevar una propuesta que no cuente con esta mayoría, sólo lleva a unas elecciones. Pero más allá de eso, sólo encontrando un nuevo mínimo común denominador ―y explicitándolo― evitarán empequeñecer la base, que es lo contrario que ensancharla.