Pere Aragonès le ha dicho a Pedro Sánchez que congela las relaciones entre gobiernos al igual que Rachel y Ross decidieron hacer un break en su relación. La historia entre los dos protagonistas de Friends acabó con una infidelidad, que parece una consecuencia peor que la de congelar las relaciones entre gobiernos, porque una vez aclarado que esto no implica la gobernanza del día a día ―nada cambiará “a nivel técnico”― ni proyectos con tanta carga política como unos Juegos Olímpicos o la demanda de mejoras en infraestructuras, no parece que esta congelación deba implicar mucho más que no perjudique al propio Govern. Así que el ejecutivo y los partidos y líderes independentistas hacen bien en denunciar el espionaje masivo e ilegal, presentar querellas en toda Europa y estar muy indignados, pero esta última parte me recuerda a ese personaje de Astérix en Hispania, Pepe Sopalajo y Torrezno, que amenazaba con aguantarse la respiración cuando se enfadaba y se iba poniendo rojo. No sea que alguien no ceda y el chico se acabe ahogando.

ERC es, paradójicamente, que esto ocurra. Porque ERC lo ha fiado todo a una negociación con el PSOE. A una mesa de diálogo que debe llevar, lo reiteró ayer Aragonès, a un referéndum pactado. Un referéndum muy difícil, por no decir imposible

Es ERC quien tiene la principal arma de presión sobre el PSOE. Sus votos en el Congreso. La estabilidad parlamentaria de los socialistas. Retirarla, más allá de votaciones puntuales que puedan hacer perder a los socialistas, puede significar el fin de la legislatura. Derribar, por tanto, al gobierno de Pedro Sánchez. No es poca cosa. Pero el problema para ERC es, paradójicamente, que esto ocurra. Porque ERC lo ha fiado todo a una negociación con el PSOE. A una mesa de diálogo que debe llevar, lo reiteró ayer Aragonès, a un referéndum pactado. Un referéndum muy difícil, por no decir imposible, que Sánchez no quiere en ningún caso. Pero es la apuesta de ERC. Y si cae el gobierno de Sánchez, esta hoja de ruta, utilizando terminología antigua, ha terminado. Es verdad que, a partir de ahí, puede empezar una legislatura con más exigencias si se repite la misma fórmula. Al final, Ross y Rachel terminaron juntos, pero ir a elecciones con una inflación cerca del 10% no parece lo mejor para quien ha gobernado.

El PP se frotaría las manos. Sería muy probable un gobierno de derechas. Y entonces la alternativa es volver a un escenario peor que el de Mariano Rajoy. Estaría la ultraderecha en el gobierno. Y eso, que ya es malo por sí mismo, podría beneficiar más a Junts per Catalunya, que ha blasfemado de la mesa de diálogo y ha mantenido la apuesta por la confrontación, que a los republicanos. Pero, en fin, no se sabe. Lo que se sabe seguro es que se abre un escenario de incertidumbre. Por eso se entiende la prudencia de Aragonès, su discurso casi cholosimeónico de partido a partido. Paso a paso. No sea que el perjudicado de tanto amenazar con aguantarse la respiración sea de quien se niega el aire a sí mismo.