Ed Ruscha es un artista pop estadounidense, conocido por sus gasolineras. Las convirtió en símbolo de Estados Unidos, el enorme país de tamaño continental que ha idolatrado a las carreteras. Ruscha hizo en 1963 el considerado como primer libro de artista de la historia, pionero en los fotolibros: Twenty-six gasoline stations. Veintiséis estaciones de gasolina. Retrata las gasolineras de la carretera entre Los Ángeles y Oklahoma City, sus dos ciudades de referencia vital, siguiendo la mítica Ruta 66.

Conocida como la calle principal de América, es la misma, bautizada aquí como The Mother Road, que siguió Tom Joad en Las uvas de la ira de John Steinbeck, Pulitzer por esta novela que explica la emigración a California de los pequeños granjeros de Oklahoma en busca de mejores condiciones de vida a raíz de la sequía de los años treinta en el contexto de la Gran Depresión.

En Europa, que no es un país, pero sí un continente, que incluye 50 estados, entre los que está Rusia, no hay una Ruta 66 en el imaginario. Decía George Steiner, el pensador que definía la idea de Europa en sus cafés, que existe otro axioma europeo: el paisaje, que podemos recorrer a pie, abarcable y de escala humana. Quizás sí, pero la Ruta 66 estadounidense tiene 3.940 kilómetros. Y resulta que en la red de carreteras europeas encontramos nueve rutas con mayor extensión. Y la más larga, con 8.300 kilómetros de recorrido, es la ruta E40. Empieza en Calais (Francia) y termina en Astracán (Rusia), atravesando Bélgica, Alemania, Polonia, Ucrania, Kazajistán, Uzbekistán, Turkmenistán y Kirguistán.

Si Ed Ruscha quisiera hacer un libro de 26 gasolineras de la Ruta E40, se arruinaría 

Sin querer confundir la velocidad con el tocino, la gimnasia con la magnesia, ni los cojones con comer trigo, no parece ser el mejor momento para recorrer esta carretera. No lo es porque atraviesa un país en guerra, pero tampoco lo es por el precio del combustible. Si Ed Ruscha quisiera hacer un libro de 26 gasolineras de la Ruta E40, se arruinaría. Que es lo que temen que les pase los camioneros, taxistas y conductores de autobuses, ambulancias privadas o vehículos de alquiler que hacen o harán huelga.

Y es lo que preocupa, de rebote, a las empresas de alimentación y a las fábricas siderúrgicas. Y es el motivo por el que a los agricultores les está quedando cara de Tom Joad. Y no pueden irse a California. Y es la misma cara que les está quedando a las familias con rentas más bajas, que son las que más dinero dedican, respecto a su gasto total, a bienes y servicios de primera necesidad, como la luz, el pan o el aceite, que son los que más suben con la inflación disparada y los peor parados por los bloqueos del suministro provocados por los transportistas.

Y es la misma cara que nos queda a todos. En cambio, a Pedro Sánchez se le pone cara de Herbert Hoover cuando quería ser Franklin D. Roosevelt. Y a Salvador Illa no se le pone ninguna cara, porque se pone de perfil pese a que Raquel Sánchez sea la ministra de Transportes.