Los Estados Unidos harán público dentro de 10 días un informe detallado con casos de "fenómenos aéreos no identificados". Que es la manera que han encontrado para no decir ovnis. Se ve que ovnis no queda serio. Será, en todo caso, dicen, la publicación más importante hecha nunca sobre este fenómeno, que aún reúne el día 11 de cada mes a unos cuantos aficionados en Montserrat. Y no me hagan decir por qué vienen el día 11, porque no lo sé. Bueno, el caso es que lo ha conseguido una periodista de nombre Leslie Kean, que en 1999 tuvo acceso a un documento francés donde pilotos militares y civiles sopesaban la posibilidad de que hubiera civilizaciones extraterrestres allí donde está la verdad, que todo el mundo sabe que es ahí fuera. Desde entonces no ha parado de investigar y de presionar para que los Estados Unidos cuenten también lo que saben. En marzo ya publicó el artículo "Cómo el Pentágono comenzó a tomar en serio los ovnis". E incluso Barack Obama explicó en el late de James Corden que “hay grabaciones y registros de objetos en el cielo, que no sabemos exactamente qué son, no podemos explicar cómo se mueven ni sus trayectorias”. Ha llegado el momento.

Los ovnis también existen en política. Más concretamente, opnis, objeto político no identificado, que es como Jacques Delors bautizó la Unión Europea

No creo que aparezca el testimonio de Antonia Soler Rius, 80 años, que la mañana del 29 de enero de 1969, paseando por el bosque, en Matadepera, vio en el cielo un objeto luminoso en forma de “pez aplanado”, que iba bajando hasta aterrizar junto a su casa. El ovni tenía, a los lados, unas marcas redondas, y de una corona interior salían luces verdes y amarillas. El aparato medía dos metros y medio por un metro y medio, y la mujer no vio puertas. Eso sí, lo debía conducir un ET buen piloto, porque dice que a la hora de bajar, haciendo una trayectoria de 90 grados, midió perfectamente dónde estaban los cables de alta tensión y no los tocó. Si no, ahora en Matadepera tendríamos un Alf asado expuesto en el Casal de Cultura. El caso es que no pasó nada y, según explicó la señora hace treinta años, a los pocos segundos de estar en tierra vallesana, el ovni se volvió a levantar en diagonal y se fue dirección a Terrassa. No debía ver demasiado futuro en un lugar que después se ha llenado de residencias de lujo. Lo que nos indica que ser extraterrestre no garantiza ser un visionario. Ah, ¿que si la señora se lo inventó? Hombre, no garantiza nada, pero los investigadores que fueron después encontraron marcas alargadas en el suelo que, aseguraban, no tenían explicación. No estaban hechas por animales ni por maquinaria agrícola. Por cierto, que aquello tuvo consecuencias, porque tres años más tarde, pronto hará 50, fascinados por casos como el de Matadepera, dos trabajadores del textil de Terrassa murieron decapitados por un tren. Ellos mismos se tumbaron en las vías en posición ritual.

Los ovnis también existen en política. Más concretamente, opnis, objeto político no identificado, que es como Jacques Delors bautizó la Unión Europea. Ciertamente lo es. Para lo bueno y para lo malo. Y, de hecho, esta es una descripción que se adaptaría muy bien a España. Esta semana ha muerto Manuel Clavero Arévalo, que al frente del Ministerio para las Regiones fue determinante para que la UCD aceptara el café para todos y no sólo la autonomía de las tres naciones que habían votado —o estaban a punto de hacerlo— sus estatutos durante la Segunda República. De ahí viene todo. Allí murieron las "nacionalidades y regiones" que consagra, aún, el artículo 2 de la Constitución. Ahora que todo el mundo vuelve a hablar de mesas de diálogo y salidas políticas, también estaría bien que España revise sus expedientes. Quizás encontrarían alguna solución, aunque sea otro opni.