Gijón. Barrio marinero de Cimavella. Cerro de Santa Catalina. Escultura Elogio del horizonte. Tras recorrer toda la costa europea buscando un espacio adecuado, el arquitecto Paco Porta le sugirió a Eduardo Chillida que aquel era el lugar adecuado para su escultura. Una pieza de hormigón de 500 toneladas y 10 metros de altura que busca la relación entre el hombre y el cosmos. De cerca, no es lo suficientemente grande como para que se escape del campo visual. De lejos, queda totalmente integrada en el paisaje. El tamaño del hombre en relación a la naturaleza.

La escultura representa un cuerpo con los brazos abiertos que abarca el horizonte. Se puede ver a la vez la intensidad del azul del Cantábrico y el azul del cielo. En días de calma evoca serenidad. En días de tormenta incluso provoca miedo. Y, dentro, puedes escuchar el rumor del mar. Todo está en nuestra imaginación. Según el propio Chillida, la intención de la estructura era "el límite para mirar lo que no tiene límites". Para mirar lo que quieres, en definitiva.

La gente de Gijón ve el váter de King Kong, que es como se conoce la escultura de manera popular. Sobre nombres, tampoco existen límites. Aunque sean políticamente incorrectas. En Terrassa hay "la curva del hijo de puta". Estaba mal peraltada. Había muchos accidentes. Es lo que tiene el espacio y el vacío, la idea con la que trabajaron también genios tan diferentes como Alexander Calder o Pablo Picasso.

El espacio vacío, la imaginación, ver lo que quieres, el poder sugestivo para la mente

El espacio vacío, la imaginación, ver lo que quieres, el poder sugestivo para la mente. Es lo mismo que han trabajado los ciudadanos rusos que han protestado contra la guerra. Algunos, la noticia ha dado la vuelta al mundo, han sido detenidos por llevar pancartas en blanco.

Pero lo que ocurre es que al igual que con la obra de Chillida, donde puedes ver el mar, pero también el inodoro de King Kong, los censores rusos, el autoritarismo, han leído proclamas contra la guerra y contra Vladimir Vlamidirovich Putin. Como si fueran las de la editora de la sección de internacional del Canal 1 Marina Ovsianikova.

En Catalunya sabemos algo de censura. Ha habido sentencias en contra de políticos que han colgado pancartas en los balcones con proclamas que no gustaban a los censores autoritarios. Visto que los censores ya tienen la mirada entrenada para leer cosas que consideran muy graves en un papel en blanco, es una lástima no haber pensado en ello antes. Una pancarta en blanco en el Palau de la Generalitat era una respuesta muy bonita.

Pero nunca es tarde para probarlo. En lugar de mostrar gráficas en los debates de las teles, los candidatos pueden sacar carteles en blanco. Y que cada uno lea que quiera. El propio Gabriel Rufián, cuando le pregunten por Junts per Catalunya, puede levantar una hoja en blanco. A partir de ahora leeremos que son unos señoritos que juegan a James Bond. Y los de Junts pueden responder con su propia hoja en blanco. No nos va a costar mucho imaginar qué se dicen. Ya lo saben. Se parecerá más al inodoro de King Kong que a un elogio del horizonte. Cada vez menos compartido, por cierto.