Franco negó el bombardeo de Gernika hasta su muerte. Dijo que los republicanos habían quemado la ciudad en su retirada. No sé si le suena. El 26 de abril de 1937 la Legión Cóndor alemana y la Aviazione Legionaria italiana bombardearon esta población vasca a partir de las cuatro y media de la tarde. A las seis hubo el mayor bombardeo. 41 toneladas de bombas. 1.654 muertes, según el gobierno vasco de la época. Una ciudad arrasada en un 85%. 271 edificios arrasados. Un ensayo nazi y fascista de la Segunda Guerra Mundial. La prensa internacional se hizo eco. Hubo 63 artículos en The New York Times. El mismo diario que todavía nos ayuda a evitar las mentiras. Y Picasso inmortalizó para siempre ese terror. Que se repetiría. Volodímir Zelenski lo recordó en su discurso en el Congreso de los Diputados español. "Estamos en abril de 2022, pero parece el abril de 1937". Hubiera podido hablar también de Granollers, bombardeada por los fascistas italianos en 1938. Más de 200 muertos. O hubiera podido hablar de Figueres, enero de 1939, bombardeada por la Legión Cóndor y la aviación italiana. Y de tantas ciudades españolas. O hubiera podido hablar de Sarajevo, sitiada desde abril de hace 30 años hasta febrero de 1996. Con miles de muertos. Tras Alepo, ahora ha sido el turno de Mariúpol o Bucha, en esta historia que se repite. Pero que en España deberíamos tenerlo muy presente. Con una memoria mucho más viva.

La historia de España quedó eliminada por la propaganda y ni 40 años de democracia han servido para conocerla lo suficiente. Y así nos va

Se ha repetido que dos diputados de la CUP no aplaudieron a Zelenski argumentando que en Ucrania se ha prohibido partidos como el Comunista y que existe mucha tolerancia con "elementos neonazis presentes en el Estado". Se ha repetido que Unidas Podemos hizo un discurso similar. Pero lo más preocupante ―y no se puede mezclar con las reacciones mencionadas― es la posición ―incómoda es poco― de Vox cuando el presidente ucraniano recordó el bombardeo de Gernika por parte de Hitler. Santiago Abascal, como Herman Tertsch, dijeron que hubiera sido más adecuado hablar de Paracuellos. Les incomoda Gernika. Todo para blanquear el fascismo y el franquismo, como después de 40 años de democracia hacen los medios de comunicación españoles con el propio Vox. 40 años después, los herederos de quienes bombardearon Gernika, Granollers o Figueres están gobernando en las instituciones y ni en el establishment ni, en demasiada gran parte, la sociedad española están preocupados por que esta gente llegue a (volver) a gobernar España. “El presidente ucraniano no tiene el deber de conocer nuestra historia. De hecho, el gobierno se empeña en que los españoles también la desconozcan”, tuiteó Abascal. Tiene razón. La historia de España quedó eliminada por la propaganda y ni 40 años de democracia han servido para conocerla lo suficiente. Y así nos va. He visto pocas comparaciones entre los refugiados republicanos que huyeron de las bombas y una guerra perdida y los refugiados actuales. Como si esa historia no hubiera existido. Una historia borrada y enterrada después en nombre de una concordia mal entendida.

Sí, Franco negó el bombardeo de Gernika. Abascal no sé si lo niega o le da igual. Lo que sí han hecho es un esfuerzo, ayudados por el establishment comunicativo, de alejarse de Putin. Pero Abascal retuiteó al criminal de guerra y sus aliados europeos ―Orbán, principalmente, pero también Le Pen y Salvini― han sido los mejores amigos del líder ruso, porque comparten objetivo: debilitar a la Unión Europea. Quieren potenciar la soberanía nacional. Eso sí, una, grande y libre. Bueno, una seguro. Grande, depende. Libre, ni hablar.