Existe la España de la aznaridad, el éxito de la cual ha sido imponer un marco mental y tener tentáculos en eso que llamamos deep state. Y existe la España que se ha visto en la cumbre “bilateral” entre los gobiernos de Balears y València. De hecho, el acuerdo PSOE-Podemos debe mucho al Acuerdo del Botánico, el pacto entre PSPV-PSOE, Compromís y Podemos de 2015, reeditado en 2019. Pero también en el gobierno balear estan el Partido Socialista, Podemos y MÉS per Mallorca, de acuerdo con Més per Menorca y Gent per Formentera. Esto es una realidad, pero se habla menos de ella.

Ahora, Ximo Puig y Francina Armengol se han reunido para buscar la “unidad de acción de las dos sociedades para contener la pandemia y promover una respuesta diferente a la crisis económica y social que se ha derivado”. Y han cuestionado que se hable de periferia cuando España tiene “7.526 kilómetros de perímetro de costa”, mientras que la M-30 “sólo tiene 32”. Para Puig, estos “territorios gemelos” deben ser el corazón de la “España de Españas”. Llámesele como se desee. España de Españas, Països Catalans, Corona de Aragón... Maragall lo llamó Eurorregión, pero era difícil hacer nada con Paco Camps y Jaume Matas. Nunca sabremos qué hubiera pasado si hubieran coincidido en el tiempo Maragall, Puig y Armengol. Aunque me lo temo. Ahora volveremos.

El caso es que Puig y Armengol abogan por el federalismo. Porque “el País Valencià y las Illes no somos sólo una tierra para ir de vacaciones". Cierto. Aunque la industria del turismo modela las dos economías, como lo hace con la catalana. Con quienes comparten el mal del centralismo, que incluye el dumping fiscal y la infrafinanciación y las infraestructuras deficientes, como el corredor mediterráneo.

¿Se imaginan qué pasaría si se hiciera una cumbre de parte de los Països Catalans? ¿Qué hubieran dicho en Madrid y qué hubieran dicho en València? 

Entonces, la pregunta es: ¿por qué no estaba Catalunya en esta cumbre? La respuesta es que ahora el gobierno catalán tiene otra apuesta. De acuerdo. Pero, como vemos, sí existen problemas compartidos. Preguntémonos, pues, ¿se puede llegar a hacer una cumbre entre Catalunya, València y Balears que dibuje una España federal o confederal? La respuesta es pesimista. Del encuentro bilateral se ha hablado poco en Catalunya. Y se ha criticado poco en Madrid. ¿Pero se imaginan qué pasaría si se hiciera una cumbre de parte de los Països Catalans? ¿Qué hubieran dicho en Madrid y qué hubieran dicho en València? Porque, ni con Puig, la Generalitat Valenciana está en el Institut Ramon Llull.

Catalunya es el problema. Puig mismo dijo en la cumbre que tanto en València como en Palma hay una Llotja, una calle de los Cavallers y una calle de Ramon Llull. Y en Barcelona, ​​amigo. “Todo ello hermana estas tierras gemelas que hoy refuerzan una alianza bilateral, un nuevo espacio de cooperación en el estado español.” ¿Se imaginan que hubiera hablado de trillizos? No. Porque Catalunya era el elefante en la habitación.

De hecho, es el elefante en la habitación de España. A España no le preocupa ni Valencia ni las Illes. Ni Euskadi. La disposición trasitoria cuarta es una de las nueve que hay en la Constitución. Establece el mecanismo de posible unión de Navarra con el País Vasco. Es el único caso que se plantea, porque el artículo 145.1 prohíbe expresamente la federación de comunidades autónomas. España podría tener mil fórmulas de organización y, al contrario de lo que se dice, ya es un estado asimétrico. Hay mil soluciones. Pero, ah, todo siempre choca con Catalunya. Ah, y con una línea roja: la “solidaridad” del artículo 2, que todos ya hemos aprendido lo que significa.