El año 2019 fue el año de las protestas en todo el mundo. Los ciudadanos del planeta salieron a las calles airados contra sus gobiernos o, directamente, contra sus regímenes. El mundo estaba enfadado. El aumento de un 130% del combustible en Zimbabwe decretado por el presidente Emmerson Mnangagwa estrenó los riots en enero de 2019. En febrero, miles de argelinos protestaron contra el quinto mandato de un ausente Abdelaziz Buteflika, que tuvo que renunciar y vive recluido en casa desde el 2013. También en Haití comenzó en febrero la protesta contra Jovenel Moïse, que a pesar de todo sigue donde estaba. La celebración del 8 de Marzo, pero también la huelga por el clima de septiembre, hicieron que nos fijáramos de una vez en los derechos humanos de medio planeta y del planeta en sí mismo. Desde junio los habitantes de Hong Kong salieron a la calle de manera sistemática contra la ley de extradición. En Puerto Rico obligaron a dimitir al presidente Ricardo Rosselló cuando se filtró un chat sexista y homófobo del gobierno en Telegram, con Ricky Martin liderando las protestas. El arresto de 43 universitarios en Papúa por supuestamente profanar la bandera de Indonesia hizo salir a la calle a miles de personas a pedir un referéndum de independencia. En Honduras protestaron contra el presidente Orlando Hernández por querer privatizar la sanidad y la educación. En Irak se pidieron mejoras de los servicios básicos. En Ecuador, el paquetazo económico firmado con el FMI giró a la población contra Lenín Moreno. El encarecimiento del billete del metro obligó a decretar el estado de emergencia en Chile, con el ejército a la calle incluido. El intento de cobrar por hacer llamadas de WhatsApp en el Líbano ya obligó a dimitir a Saad Hariri. Incluso en Irán la población se movilizó contra el aumento de un 300% del precio del combustible. En Bolivia hubo un golpe de Estado tras las protestas por un irregular recuento de votos y Evo Morales terminó en México. En Malta hubo movilizaciones por el asesinato de una periodista. En Colombia la protesta fue para pedir reformas educativas o el cumplimiento de los acuerdos de paz con las FARC. En Francia, los chalecos amarillos comenzaron a protestar por el aumento del precio del combustible. En India se protestó contra la discriminación de los musulmanes ...

... Y en Barcelona contra la condena a prisión de medio govern, la presidenta del Parlament y los líderes sociales. Sí, la protesta de Barcelona forma parte del malestar del mundo por mucho que moleste a la oficialidad española, medios de comunicación incluidos, que nunca los incluyen en las protestas mundiales.

Hasta que llegó el 2020.

Las distancias sociales fomentan el aislamiento, lo que ya va bien a los que mandan. Se pierde inteligencia y fuerza colectiva

Aquel virus detuvo las protestas en Hong Kong primero y en todo el mundo a partir de marzo. Los confinamientos de la población, en mayor o menor medida, han llevado una falsa paz. Las distancias sociales fomentan el aislamiento, lo que ya va bien a los que mandan. Se pierde inteligencia y fuerza colectiva. Las protestas no han terminado. El movimiento Black Live Matter es el gran ejemplo. Pero cuidado que no se aproveche que la Covid pasa por Valladolid, porque ya hemos callado demasiado con los recortes de derechos y libertades, empezando por la de los periodistas a la hora de explicar, a ciegas, la gestión de la pandemia, como ha denunciado el observatorio Mèdia.cat.