Laura Borràs cobró hasta enero 1.414 euros al mes en dietas de desplazamiento pese a disponer de coche oficial, con el que lleva 235 viajes. Roger Torrent cobró 2.154 al mes, pese a tener también coche oficial y utilizarlo 300 veces al año. Carme Forcadell cobró 2.006 euros al mes en dietas de desplazamiento, aunque hizo exactamente el mismo uso del coche oficial que sus sucesores. Los grupos parlamentarios se comprometieron a reformar el sueldo de los diputados para que estas dietas —la cantidad que cobran depende del lugar en el que viven— pasen al menos a tributar, porque ahora no pagan IRPF. Una cara muy dura, que es aún más marmórea en el caso de los miembros de la Mesa, que tienen un coche oficial a su disposición. Lo que me parece magnífico. Pero o una cosa u otra.

Si creen que deben cobrar más, que lo defiendan. El problema no es ese. El problema son jubilados del Tribunal de Cuentas cobrando trienios, funcionarios del Parlament que cobran sin trabajar, parlamentarios que cobran dietas y tienen coche oficial y diputados que no quieren pagar impuestos

Ahora, Laura Borràs dice que en enero renunció a las dietas, porque ve que los grupos no se ponen de acuerdo en la reforma que prometieron. El resto de miembros de la Mesa cobran entre 1.414 y 1.839 euros al mes en dietas y han utilizado el coche de forma desigual. 103 veces Alba Vergés (ERC). 39 Aurora Madaula (Junts). 33 Assumpta Escarp (PSC). 8 Ruben Wagensberg (ERC). Y 3 Ferran Pedret (PSC). El único que no ha utilizado el coche oficial es Pau Juvillà (CUP). Los datos y la información los publicó Núria Orriols en el Ara el pasado lunes. Pero, claro, fue el día que Félix Bolaños hizo de Mago Pop y nos explicó que a Pedro Sánchez también le espían. Y no sólo tapó unas horas el espionaje al independentismo, también tapó un escándalo más del Parlament. El grado de cara dura de cada uno ya lo juzgarán ustedes con estos datos. Pero demuestran, una vez más, que el Parlament y la política profesional —con las evidentes excepciones— está demasiado alejada de la realidad. Ah, y la noticia no es que Borràs haya renunciado a sus dietas. La noticia es que las haya cobrado durante nueve meses, porque no hace falta ser muy espabilado para ver la contradicción entre que te lleven arriba y abajo y encima cobres para realizar este recorrido como si lo hicieras por tu cuenta.

La CUP propone, con buen criterio, que los diputados sólo cobren por el desplazamiento que hagan y se justifique, como ocurre en las empresas privadas. Esto las que lo pagan. Porque la inmensa mayoría de los ciudadanos que cada mañana hacen cola en las entradas de Barcelona, ​​más bien pagan por hacer la cola y gastar tiempo y gasolina. Pero los señores y señoras de la Mesa no se han puesto de acuerdo, así que ha tenido que aprobar un cambio de estructura del presupuesto de la cámara y se han pasado 815.000 euros de un capítulo a otro. Del capítulo de remuneraciones al de bienes y servicios. Los señores y señoras diputados deberían aceptar con gusto que las dietas pasen a formar parte de su sueldo y que paguen IRPF. Perderán poder adquisitivo (no sufran por ellos, cobran entre 60.000 y 160.000 euros brutos al año), pero los impuestos irán al bien común que dicen defender. El problema es que esto sólo lo defiende la CUP. Los de Junts, ERC y el PSC quisieran que el Parlament asuma el IRPF para que los diputados puedan cobrar lo mismo. Pero, claro, sería más sueldo bruto y, por tanto, más gasto en sueldos. Y no queda bien. Quieren hacerlo, pero que no se les cuelgue el muerto. Si creen que deben cobrar más, que lo defiendan. Quizá tengan razón. El debate no es ese. El problema no es ese. El problema son jubilados del Tribunal de Cuentas cobrando trienios, funcionarios del Parlament que cobran sin trabajar, parlamentarios que cobran dietas y tienen coche oficial y diputados que no quieren pagar impuestos. La democracia defectuosa no es patrimonio de nadie.