Gabriel Rufián recibió el premio al mejor diputado 2.0 de los periodistas del Congreso y, aunque no fue en la gala del galardón, hizo una especie de Will Smith, comprando números para que le retiraran de inmediato el honor. Si no fuera porque el problema posterior no lo tuvo en Twitter, sino entrevistado en el programa Planta Baixa de TV3. Rufián dijo, textualmente: “Decir que no la has cagado alguna vez en la red es mentir. Ahora, decir que por un tuit mío se proclamó la independencia de Catalunya es de tarado. El tarado es quien la proclamó, no quien publicó un tuit”. Como el vídeo se hizo viral, no ha sido difícil escucharlo muchas veces y juraría que Rufián se dejó un "en todo caso" ("En todo caso, el tarado es quien la proclamó") y no supo rectificar, porque no se dio cuenta de que no se explicaba bien. La frase cambia mucho así. Porque, entonces, queda claro que Rufián quiere decir que quienes critican la declaración no deben fijarse tanto en su tuit de las 155 monedas de plata, como en el hecho en sí, que es lo relevante. Sin entrar en si él era partidario o no. La crítica, entonces, no la haría él. Con un "en todo caso", Rufián ya no diría que Carles Puigdemont, que quería convocar unas elecciones que generaron su tuit de las 155 monedas de plata, es un tarado, que es el titular que ha corrido como la pólvora. Diría que quienes piensan que es de tarado proclamar la independencia, “en todo caso”, deben pensarlo de quien lo hizo, no de quien escribió un tuit.

El mismo contexto que se tiene que poner en sus declaraciones se puede poner en su historial. Y en el historial de Rufián hay burlas a Puigdemont y a Waterloo

Si esto es así, como Rufián ha querido aclarar, no hay caso. Ahora bien, el mismo contexto que debe ponerse en sus declaraciones (con la incomodidad de un auricular, un delay y una mañana de resaca), se puede poner en su historial. Y en el historial de Rufián existen burlas a Puigdemont y a Waterloo. De modo que, si el líder de ERC en Madrid realmente piensa que Puigdemont es un tarado, obviamente, debería buscar otra palabra para criticarle. Si cree que fue un error del "independentismo mágico" hacer la declaración —no publicada— del 27-O, debe recordar que él era partidario de la DUI, como dejó claro su tuit, y que su partido la votó. A menos que lo hiciera para poner en evidencia el mundo convergente, en esa carrera de la gallina de Rebelde sin causa que fue el procés. El otro problema que tiene Rufián, si no cree en la DUI, es de coherencia. Tenía que estar, dijo, solo 18 meses en Madrid y volver a una Catalunya independiente. Es público y notorio que lleva más de año y medio en Madrid. Y, en la línea de la coherencia, cuando le han pedido "ensanchar la base" en Santa Coloma de Gramenet, él ha dicho que de acuerdo, pero que también se queda en Madrid. Haciendo (o intentándolo), por cierto, política de peix al cove.

Lo que demuestra, en todo caso, el episodio, una vez más, es que ERC y Junts (o una parte de ERC y una parte de Junts) tienen una concepción no especialmente edificante de los líderes de sus rivales. Concepción que se ha ampliado con la dicotomía prisión-exilio, olvidando que unos y otros tienen —o han tenido— presos y exiliados. Pero como la cárcel la encarna Junqueras y el exilio Puigdemont, la conciliación es tan difícil como lo fue que unos y otros fueran incapaces en otoño del 2017 de ponerse de acuerdo sobre qué hacer después del 1-O y, sobre todo, sobre qué hacer después del día 27. No pudieron acordar afrontar conjuntamente la prisión o el exilio de todo un gobierno, que a ojos de sus votantes y de la comunidad internacional, hubiera sido una imagen muy potente que hubiera evitado, sobre todo, parte del desconcierto posterior. Y demuestra que hay heridas abiertas y todavía explicaciones poco convincentes del qué y el porqué. Y demuestra que si este mundo quiere construir algo, debe renovar sus liderazgos, porque están demasiado condicionados. A menos que lo que quieran sea volver, con diferencias evidentes y bajo el vestido de la temporalidad, al viejo orden, como hemos visto de algún modo en Argelers y como vemos con los que aspiran a hacer de CiU y del PNV, esto sí, de izquierdas.

En fin, propongo que la frase de Rufián sea analizada este año en la selectividad. El martes en castellano y miércoles en catalán.