Auron Play ―Raúl Álvarez― es un youtuber que en el verano de 2017 se indignó con la marcha de Neymar del Barça. Con su particular sentido del humor decía cosas como "Neymar, me has jodido la vida" o "Nobita, vamos a por ti". Al cabo de un tiempo le llamó la policía para ir a recoger una denuncia al juzgado. Asustado, fue hacia comisaría. El policía le preguntó si había amenazado a alguien y le dio un papel para ir al juzgado. La funcionaria de justicia buscó en el archivo y le preguntó, con una sonrisa bajo la nariz ―dónde si no―, si había tenido problemas con el Barça. Cuando le dio los papeles, Auron Play vio que quien le había denunciado era Josep Maria Bartomeu i Floreta, presidente del Fútbol Club Barcelona.

Una querella criminal del presidente del Barça a un youtuber por decirle Nobita. La justicia, esta vez, hizo su trabajo. El juez la rechazó y ordenó informar a las partes. El episodio hubiera podido pasar desapercibido, pero Auron Play ha decidido leer públicamente la denuncia y su vídeo lleva ya 10 millones de visionados. Como un Barça-Madrid en la tele, vaya. En la narración, el ídolo de los adolescentes explica que los documentos aportados eran tuits de ironía "dañina" como uno dirigido a Neymar: "Puto Neymar, me estás jodiendo las vacaciones, basta ya, rata". Pero el vídeo también ha servido para descubrir que a Bartomeu no le gusta que le llamen Nobita: "Nótese que Nobita es como llaman de manera despectiva al presidente del Barça". No sé si sabe Bartomeu que así es como le llaman los jugadores, pero vaya.

Guste o no guste al hombre blanco pequeñoburgués, instalado, machista y cuñado, hay un humor que se caga en todo porque es un reflejo del mundo que han contribuido a dejar

El caso es que la justicia dijo "no ha lugar" a la querella presentada en nombre de Bartomeu, y Auron Play termina con un mensaje conciliador. Quiere comer con Barto e incluso le dice que si le hubieran dicho que molestaba al presidente del Barça, hubiera parado. Todos los que conocen a Barto dicen que es una persona afable. Y es así. Ahora, para llegar a ser presidente del Barça o para triunfar en los negocios o para sobrevivir a la política, quizás hace falta algo más. Hace falta ser un killer. Y Barto debe serlo, porque ya en enero Betevé se pulió el programa La Sotana por un villancico satírico sobre el presidente del Barça.

Ciertamente, el villancico era leñero. Desde hace un par de años, y gracias a Twitter, ha aparecido un nuevo fenómeno con epicentro en Casa Gracia, la irrupción de lo que se llama stand-up commedy en catalán. Monólogos, vaya. Un fenómeno que ya ha salido del soterrani donde empezó ―y donde sigue con este nombre― y que, a diferencia del humor más blanco del primer Andreu Buenafuente, hace un humor más desgarrado, irreverente, ácido, negro y surrealista. En el sótano de Casa Gracia se escuchan auténticas barbaridades que en un plató serían objeto de cierre inmediato del programa. Bueno, como ya hemos visto que ha pasado. Lo cual no deja de ser un hito, como la presencia en el Cruïlla de los monólogos y la apertura de nuevos escenarios en Barcelona.

Lo más cercano a este mundo que se ve en una cadena convencional es ahora mismo el programa de David Broncano La resistencia, uno de los representantes de una escena madrileña hasta ahora más potente que ha llegado al mainstream, gracias por ejemplo a La vida moderna de la SER, a una industria audiovisual más potente y diversificada. Pero que empieza a tener réplica en Catalunya. Porque el caso es que este mundo existe. Lejos de la oficialidad. Lejos de lo políticamente correcto. Incluso lejos del monotema. Lejos de unos instalados que lo ignoran por desconocimiento o por desprecio. Youtubers y monologuistas políticamente incorrectos. Un presidente del Barça que los denuncia. ¿Una anécdota? Quizás sí. En todo caso, preocupante para la libertad de expresión y parar el sentido del humor en general. Al fin y al cabo, guste o no a presidentes del Barça o diputados al Parlament, guste o no guste al hombre blanco pequeñoburgués, instalado, machista y cuñado, hay un humor que se caga en todo porque es un reflejo del mundo que, los que no les gusta, han contribuido a dejar.