Oriol Junqueras ha publicado un artículo en el Ara y La Sexta —el medio es el mensaje, también— en el que explica la reflexión de más de tres años que ha hecho ERC desde el 1-O del 2017. El DAFO, en terminología empresarial. Básicamente, fortalezas y debilidades, amenazas y oportunidades, para "extraer aprendizajes". De entrada, discrepo de quienes han dicho que Junqueras entierra el 1-O. No es cierto, Junqueras no dice que el 1-O fuera un error. Lo que dice que fue un error fue "nuestra respuesta". Es decir, la declaración de independencia, que no fue entendida "como plenamente legítima por una parte importante de la sociedad, también de la catalana". Totalmente cierto. Y, por tanto, es lógico que defienda la vía escocesa, la del referéndum acordado. "Otras vías no son viables ni deseables". Por lo tanto, nada de DUI. Muy coherente. Junqueras reivindica, pues, la autodeterminación acordada en una mesa de diálogo y también la amnistía, porque los indultos sólo resuelven casos individuales. Importantes. Mucho. Pero individuales. Pero, añade: "Hay gestos que pueden aliviar el conflicto". Por lo tanto, aceptación del indulto y favor a Pedro Sánchez.

Se le ha criticado a Junqueras que tras la sentencia del Supremo dijera que el gobierno español ya se podía poner los indultos "por donde les quepa", que es un lugar de la anatomía que nos podemos imaginar. Nada que decir, fue una reacción en caliente. Y ni Junqueras ni el resto de presos hacen nada en prisión. Entre otras cosas, porque tampoco se ha querido o sabido utilizar como herramienta política para la independencia. Pero es igual. Se abusa de la prisión en general. Ni un día más, y, por tanto, bienvenido el indulto.

Junqueras ya sabía hace tres años que la vía unilateral no era ni "viable" ni "deseable". No lo ha descubierto después de tres años de reflexión

Ahora bien, una cosa es el despropósito ante los indultos y la otra el pensamiento más de fondo. Y, Junqueras, a quien todo el mundo reconoce su inteligencia, ya sabía hace tres años que la vía unilateral no era ni "viable" ni "deseable". No lo ha descubierto después de tres años de reflexión. Conoce la historia de Catalunya al detalle. De hecho, lo sabía tanto como Carles Puigdemont. Pero defendió lo contrario. Y entre todos, también en sus filas, empujaron a Puigdemont a llevar la declaración de independencia al Parlament, que sabían que no era ni "viable" ni "deseable". Lo sabían tanto que ni se arrió la bandera española ni se publicó en el DOGC. Y así terminó todo. Y ahora nos encontramos con la paradoja de que los que no querían la vía unilateral defienden o dicen defender la vía unilateral. Y los que querían o decían que querían la vía unilateral ahora la rechazan.

Retrocedemos al 17 de octubre de 2014. Mònica Terribas entrevista a Junqueras en Catalunya Ràdio. Gobiernan los convergentes. Junqueras dice que los de 2014 son los últimos presupuestos autonómicos que ERC habrá aprobado. "Es imposible gobernar este país como una comunidad autónoma", dice. Y añade: "Tenemos que aprobar los presupuestos de un estado independiente, por eso es importante que haya una declaración y un ejercicio de la independencia lo antes posible, porque, si no, el país se convierte en ingobernable", insiste. Y, entre lágrimas, remata: "Hagámoslo, hagámoslo de una vez, por favor, yo lo pido con esperanza y al mismo tiempo también con la angustia de aquel que sabe que perder el tiempo no es bueno. Sólo necesitamos unas elecciones, una mayoría parlamentaria y el ejercicio de este derecho de una vez".

La clave del artículo de Junqueras está en el primer párrafo. "Con el gobierno encabezado por Pere Aragonès, tendremos, tras más de 80 años, un president de Esquerra Republicana de Catalunya elegido con normalidad parlamentaria". La independencia era (es) el McGuffin, la excusa argumental. La trama real era (es) la pugna por el poder. Y esto vale para todos.