El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya solo ha avalado mantener el toque de queda en 19 de los 148 municipios donde el gobierno lo quería aplicar y queda fuera Barcelona y todas las grandes ciudades. Final del toque de queda entre la 1 de la madrugada y las 6 de la mañana. Toque de queda al que los poderes públicos han cogido mucha afición. Como es sabido, el gobierno quería ampliar la obligatoriedad de encerrarse en casa en los municipios de más de 5.000 habitantes con una incidencia acumulada de 250 casos por cada 100.000 habitantes a 125 casos. Algo que la justicia no discute, porque, como los tertulianos, no son epidemiólogos, pero sí que deja entrever que la decisión del gobierno no es por razones "técnicas", sino de otro orden. Concretamente por una cuestión de orden público, como los botellones, que en las democracias no se resuelven con toques de queda sino con otros mecanismos.

Hubo muy pocas voces al principio de la pandemia que pusieran los derechos fundamentales en la ecuación salud-economía a la hora de aprobar restricciones de movilidad para contener los contagios de la covid. El resultado es este. Todos los políticos se apuntan con ganas, empezando por los alcaldes. Y no, los jueces, señores del gobierno, no "hacen de epidemiólogos", como leo en El Nacional que "fuentes" de ustedes afirman. Los jueces les están diciendo que ustedes le han cogido demasiada afición a resolver cualquier problema por el artículo 33. En el fuero de los españoles se daban derechos y libertades, hasta que chocaban con este artículo que dejaba claro que eran las autoridades franquistas las que en última instancia determinaban arbitrariamente qué derechos tenía realmente cada ciudadano y cuándo los podía ejercer para no atentar contra la unidad espiritual, nacional y social.

Nuestros gobernantes pueden ir pensando cómo resolver la precariedad laboral, salarial y de vivienda, que ya estaba antes de que llegara el virus

Así que, si han decidido cerrar el ocio nocturno, y los restaurantes, a las doce y media, y tienen una masa de población con ganas de disfrutar de las noches tropicales y, con todo cerrado, quedan en la playa o en una plaza, haber pensado en la ley de las consecuencias indeseadas. Y de paso hagan una reflexión sobre porque antes no existía mucho eso del parquineo. Quizás tiene que ver que si los jóvenes –datos de Barcelona- tienen un sueldo medio de 888 euros -924 los hombres y 853 las mujeres- y les hacen pagar 894 euros de alquiler por término medio –cosa especialmente grave en el caso de Ada Colau, que venía a cambiar eso-, es normal que no estén dispuestos al atraco que supone pedir una copa en según qué locales.

Así que nuestros gobernantes pueden ir pensando cómo resolver la precariedad laboral, salarial y de vivienda, que ya estaba antes de que llegara el virus. Y no, no es una cosa que se resuelva con la comodidad del toque de queda. Quizás las pocas ganas de vacunarse de los jóvenes tiene que ver más con esta poca confianza hacia la administración que con la vacuna en sí.