La tanda sucesiva vivida por los mercados a través de los últimos consejos ejecutivos celebrados por los bancos centrales ha supuesto para muchos una experiencia similar a cuando los grupos de curiosos muestran los subsuelos de la ciudad. El Banco Central Europeo (BCE), el Banco de Japón y la Reserva Federal americana han provocado tal revuelo que las bolsas han debido dar marcha atrás sobre sus posiciones previas a la vista de que las cosas muchas veces no son lo que parecen.

Arrancó Draghi el jueves 10 de marzo anunciando una rebaja de los tipos de interés oficiales hasta el 0%, una reducción de la remuneración de los depósitos de los bancos en el banco central  y una ampliación de la compra de bonos de 60.000 millones  a 80.000 millones de euros al mes, esta vez incluyendo deuda de empresas, siempre y cuando no se tratara de bonos basura.

El mercado reaccionó a la baja ese jueves, pero al día siguiente se corrigió y aceptó una versión más positiva del paquete de Draghi, interpretándola como una opción en favor de la economía real al favorecer un incremento de la oferta de crédito por parte de los bancos ya que luego podrían refinanciar esas operaciones a tasas negativas, lo que suponía que el BCE pagaba a los bancos por dar préstamos.

 ¿Deberá pagar por tener dinero en el banco? ¿Le pagará el banco dinero por solicitar un crédito, ya que esa misma entidad bancaria obtendría un beneficio por prestarle?

Poco duró el efecto de este impulso sobre los mercados corroborando las tesis de aquellos que advierten que los estímulos de los bancos centrales son de limitada duración, toda vez que cuando los tipos de interés están en el 0% indica que la gente no quiere más liquidez y por eso no está dispuesta a pagar. Además, los tipos de interés negativos plantean serias dudas al común de los mortales. ¿Deberá pagar por tener dinero en el banco? ¿Le pagará el banco dinero por solicitar un crédito, ya que esa misma entidad bancaria obtendría un beneficio por prestarle?

La banca piensa que ni lo uno ni lo otro, lo que les obligará a lograr que los márgenes de interés neto, que son la diferencia entre los ingresos por intereses y los gastos por intereses, sean positivos en el conjunto de las operaciones. Así para no vulnerar el  tabú de hacer pagar a los clientes por sus depósitos, los bancos suizos aumentaron los tipos de los créditos inmobiliarios cuando el Banco Nacional Suizo decidió un tipo negativo del 0,75%. Por ahí pueden ir los tiros también aquí.

El Banco de Japón vino después, el martes día 15, y si bien no hizo nada, anunció poco después que podía rebajar el tipo de interés desde el -0,1% al -0,5%.  El debate interno que ha ocasionado esto ha sido de escándalo. Voces internas se han levantado para decir que esa propuesta introduce más confusión ya que viene a ser equivalente a  aceptar que la política de compras de deuda pública (la QE, o quantitative easing) había llegado a su techo y que ya no servía para nada, de manera que había que entrar en otra fase cuando el Banco de Pagos Internacionales (BPI), considerado el banco central de los bancos centrales , está anunciando que “una tormenta se aproxima” sobre la economía mundial.

Lo más llamativo fue que muchos analistas e inversores responsabilizaron en su día al Banco de Japón de promover el ambiente de pesimismo reinante en todos los mercados después de que en su anterior reunión de diciembre bajara a un -0,1% su tipo de interés.

Y, cuando estábamos en ésas, saltó la gran sorpresa. La gran pregunta volvió a plantearse ¿Quién era el responsable último de la volatilidad en los mercados y de la desconfianza general reinante? La respuesta vino un día después, el miércoles, de la mano de la Reserva Federal (Fed), que aceptó que se había equivocado en sus previsiones previas de diciembre sobre crecimiento e inflación en EEUU, lo que le condujo a decisiones de política monetaria equivocadas. A partir de su anuncio de subidas de los tipos de interés en cuatro tiempos a lo largo de 2016 arruinó el comienzo del año.

El miércoles, Janet Yellen  corrigió su previsión de crecimiento en EEUU para este año desde el 2,4% previo  al 2% mientras la inflación en vez de ascender al 1,6% se quedaba en el 1,2%. Ese nuevo escenario obligaba a corregir su política monetaria, reduciendo el número de alzas a dos en vez de a cuatro, así como su cuantía.

En principio, el conjunto de los mercados aplaudieron la noticia, pero el jueves, advertidos por los hedge funds, los inversores entendieron que la vuelta a una política monetaria acomaditicia depreciaría el dólar, favoreciendo las exportaciones americanas y metiendo presión a las exportaciones europeas. El Eurostoxx 50 se vino abajo.

El desfallecimiento de la zona euro supuso toda una lección y puso en evidencia algo que está desde hace tiempo en el trasfondo de las políticas de flexibilización monetaria de los bancos centrales: bajar el precio de las monedas.

El desfallecimiento de la zona euro supuso toda una lección y puso en evidencia algo que está desde hace tiempo en el trasfondo de las políticas de flexibilización monetaria de los bancos centrales: bajar el precio de las monedas. ¿Hay una intensa guerra de divisas dominando el mundo económico, como opinan los hedge funds?. La cuestión es espinosa y sólo el crecimiento es capaz de ahuyentarla. Porque en caso contrario, estaríamos en escenarios ya vividos en la depresión de los años 30.  Estamos a un cuarto de la media noche.