Tanto se veía revestido de gloria que llegó al extremo de erigirse en Rafael Casanova prometiendo un Acuerdo Histórico tan trascendente como en 1714. Ya se ve de lejos que tanta grandeza solo puede ser propia de un necio o de alguien que se ha pensado que es un héroe mesiánico con el partido postrado en sus pies. Así que hay que abordar el giro copernicano con cierta compasión, comprensión y política de brazos abiertos. Aunque toda la saliva empleada en maledicencia no haya dejado nada más que un boquete y tierra quemada.

Hay un momento en que incluso al mejor mago le cae la carta que tiene escondida en la manga. El truco queda retratado y la magia se evapora.

Si hay algo histórico en esta investidura de Pedro Sánchez solo puede ser el sapo gigantesco que se ha tragado Waterloo como colofón a seis años de frustración alimentando el griterío estéril y la crispación.

De Nosurrender a hacer exactamente lo mismo que has estado reprobando del derecho y del revés en la primera de cambio, da cierto miedo. Cabe decir que en un tiempo récord —tan pronto como has dejado de ser irrelevante a efectos aritméticos—. Es la evidencia palmaria que la enmienda patriótica a la vía del diálogo y la negociación era pura y simplemente la expresión de la impotencia por no haber estado el artífice y protagonista. El problema no fue nunca de contenidos ni de metodología estratégica. La rabieta colérica era por quien era el artífice.

La progresiva polarización de la política española ha definido dos bloques que dificultan toda operación de geometría variable.

Lo más porno del caso, sin embargo, es como los glosadores incondicionales huelen a perfume celestial cuando olfatean el culo de la arriada. Y cantan con una fe incondicional las virtudes de la ventosidad talmente como si se tratara de un anuncio de una sofisticada colonia. Se tiene que tener un coraje no apto para cualquier lengua marrón.

Largarse a la francesa —por mucho que pienses que te persiguen— tampoco no fue nunca un acto de dignidad. Ni de audacia. Sí que lo habría sido volver clandestinamente arriesgando la propia libertad. Pero la cosa cierta es que de riesgos, ninguno. El retorno solo se producirá bajo cobertura política y jurídica de la legalidad española que es humanamente comprensible.

Por otra parte, a decisión de vetar cualquier tipo de coordinación estratégica en una coyuntura como el actual ha sido de una falta de generosidad sin parangón. Me lo ventilo yo solo y que nadie se acerque a hacerme sombra ha sido la única certeza y la filosofía negociadora.

Dado que los votos otorgados por las urnas no tenían nada que ver con los humos exhibidos que solo se entienden en un alma profundamente resentida. Para no advertir que es un error colosal haber regalado al PSOE el conocimiento de todo en una negociación tan compleja. De rebote, el Acuerdo Histórico ya se vio eclipsado por el anuncio previo de acuerdo con ERC. Lo que encima generó un ataque de cuernos tanto ridículo como lógico y comprensible.

Las oportunidades se tienen que saber rentabilizar. La progresiva polarización de la política española ha definido dos bloques que dificultan toda operación de geometría variable. El derrumbe y ausencia de Ciudadanos imposibilita el margen para abaratar las alianzas que sí que era posible en la anterior legislatura. Dado que presumiblemente ahora no habrá una fuerza independentista que no tenga ningún criterio más que dinamitar la iniciativa de la otra. Aunque en este punto es atrevido ser optimista. Tras la justificación chapucera del Sapo Histórico pervive una obsesión enfermiza antirrepublicana. Podía ser un recurso útil mientras se ha tratado solo de ir a la contra. Pero es dudoso que siga siendo válido cuando se trata de ser propositivo tocando de pies en el suelo.

Es pronto para constatar nada tangible, más allá de un esperanzador horizonte de posibilidades y expectativas que tendrán que superar no pocas trampas. De certeza, solo una. Sánchez será nuevamente presidente del Gobierno.