Durante esta semana se celebra en Barcelona el SuncineFest, el festival de cine medioambiental más potente a nivel mundial. Tengo la enorme suerte de colaborar con Claudio y con Jaume en las últimas ediciones y, gracias a ellos, conocer los trabajos que en el festival se presentan. La enorme cantidad de largometrajes que pueden verse en Barcelona estos días ofrece una información muy necesaria. Porque nos abre los ojos, pero, sobre todo, nos asoma desde la dimensión humana a la responsabilidad que tenemos con nuestro entorno. 

Abordar los enormes retos que tenemos como especie humana no es ni debe ser cuestión de modas ni de agendas políticas, que en realidad enmascaran los verdaderos problemas, haciendo del eslógan, muchas veces superficial, su trabajo. Abordar el problema del cambio climático requiere, por ejemplo, entender y analizar la realidad de nuestros campos. Una perspectiva que rara vez se ve en los telediarios y en los medios principales de masas. El documental Ganado o desierto precisamente nos muestra de qué manera se ha enfocado la política agropecuaria en la Unión Europea, promovida por medidas como las de la PAC, que lejos de pensar en el beneficio de la tierra (y, por ende, en el nuestro), está planteada para beneficio de grandes productores y terratenientes que, a base de desertizar nuestras tierras, de dejarlas prácticamente estériles, están llenándose los bolsillos. 

Descubrir, gracias a trabajos como este, que existen otras formas de abordar la agricultura y la ganadería es, sin duda, una luz en esta oscuridad en la que parecen querer sumirnos mientras nos bombardean con noticias apocalípticas. El cambio climático es una realidad, lo que quizás sea necesario abordar es su origen y, sobre todo, las soluciones. Un ejemplo: enfocarlo todo en la reducción de producción de CO2 resulta absurdo si no sabemos que también es importante recuperar la tierra, permitir que la vida nazca de nuevo en ella. Y para ello, es fundamental dejarla descansar, evitar ahogarla con químicos y promover la presencia del ganado en ella. 

Apostar por una ganadería sostenible, promover la vida en el entorno rural, suministrar servicios y garantizar que, de algún modo, las instituciones ayuden a hacerlo posible, es la necesidad imperiosa que tenemos

La vida en el campo es una opción más que posible, necesaria. Promover la vuelta a los pueblos vacíos es una realidad que nos ofrecen varios trabajos presentados en el festival Suncine. Además de Ganado o desiertoLa senda del pastor abre la puerta a recuperar la vida rural de la mano de la generación más joven. Conocer las experiencias de mujeres como Lorena es, sin lugar a dudas, inspirador. La historia de quienes han decidido, por voluntad propia y tozuda, vivir en el campo, del campo y hacer posible que sus hijos crezcan en un entorno que apuesta por la agricultura y la ganadería. Romper con los mitos contra el campo y recuperar algo esencial para nuestro desarrollo como sociedades, y mucho más importante: como especies. 

En un momento en el que el discurso ecologista ha llegado para quedarse, ahora que se presta atención a los problemas que el Suncine lleva 29 años denunciando, es la oportunidad para generar una cantidad enorme de posibilidades. Porque las hay, son factibles y, además, serán esenciales en el futuro inmediato. Apostar por una ganadería sostenible, promover la vida en el entorno rural, suministrar servicios y garantizar que, de algún modo, las instituciones ayuden a hacerlo posible, es la necesidad imperiosa que tenemos, pero, sobre todo, la solución a muchísimos de nuestros problemas. 

Evidentemente, el enorme obstáculo y el gigante problema a resolver es el de la soberanía. La capacidad que los habitantes de un territorio tienen para poder cuidarlo, para poder beneficiarse de ello y hacerlo de tal manera que se garantice a las futuras generaciones poder seguir haciéndolo. El problema, es evidente, es que el beneficio de los pueblos suele ir en contra de los intereses de las corporaciones y multinacionales. Y lógicamente, las leyes suelen estar pensadas para, si no ponérselo en bandeja, sí beneficiarles en comparación a los pequeños (agricultores, ganaderos, etc.). 

Porque este festival nos enseña que, si bien los contextos y las realidades que vivimos en diferentes puntos del planeta son diversas, la clave para hallar las soluciones suele ser similar: la falta de información veraz, la falta de capacidad de respuesta, la falta de conocimiento de los intereses que se esconden y, sobre todo, la falta de capacidad inicial para producir cambios inmediatos. Sin embargo, la concienciación es básica para generar la fuerza suficiente que nos haga convencernos de que es preciso asumir un papel directo. Involucrarse, tomar decisiones de manera consciente. 

El trabajo de Anwar nos muestra de qué manera se puede facilitar el desarrollo de poblaciones sumidas en la absoluta desesperación. Cómo, a través de la instalación de placas solares en Sierra Leona, se consigue ofrecer un recurso que servir para abrir caminos. 

Un festival que también puede seguirse online y a través de la televisión pública de Barcelona. Y que recomiendo activamente, porque no sólo es una gozada ver los paisajes, los animales, las distintas realidades en los lugares más recónditos del planeta; es que también aporta luz, proyectos y soluciones que ahora más que nunca nos hacen falta. 

Además, el festival cuenta con una sección especial para los más pequeños, donde se puede acceder a material que nos ayudará a explicarle a nuestros hijos la necesidad de cuidar del planeta y recordarles que esto incluye a todos los seres vivos que habitamos en él. Ojalá en las principales cadenas, en los medios de masas, en las salas de cine y en las aulas se pudieran ver de manera habitual trabajos como los que ahora nos ofrece el Suncine. Quien tenga esta oportunidad, que la aproveche.