"Hay verdades sobre las cuales uno no puede detener el pensamiento sin sentir vértigo"
Boileau-Narcejac

La posibilidad de una investidura para Pedro Sánchez toma visos totalmente hitchcockianos, porque el candidato a revalidar la presidencia del Gobierno español no puede sentir sino vértigo tras oír a Puigdemont hablar tan claro como tal vez no deseaba. No es que no lo supiera que estaba avisado, pero cuando ponen sobre la mesa, punto por punto, el plan, lo de la negociación discreta y las reacciones incluso de los tuyos se te encoge en el cuerpo. Vértigo. La extraordinaria película del genial director se basaba en una novela no menos notable que había sido inicialmente titulada por sus autores, Pierre Boileau y Narcejac, "Sudores fríos". ¿Van viendo las analogías? Los sudores fríos son lógicos porque la papeleta que tiene Sánchez no solo no es sencilla, sino que es endemoniada, por mucho que tenga un manual de supervivencia y que piense que puede con todo. ¿Recuerdan el subtítulo del film y de la novela? De entre los muertos. De allí volvió el líder socialista un par de veces, pero está por ver si sobrevive a Puigdemont. Ambas partes ven los obstáculos, pero si me piden un augur, les diré que esto lleva visos al menos de empezar, lo que no quiere decir que no pueda frustrarse, aunque el hombre de la baraka ya la da por hecha y por cuatro años.

Veamos los vértigos que deben acometer a Sánchez o, lo que es lo mismo, el marrón al que debe hacer frente. Tiene que conseguir cumplir los plazos y llegar a tiempo con la amnistía a su propia investidura y tiene que cambiarle el relato a sus votantes que, por muchas ganas que tengan de que gobierne, puede que no lleven bien verle comerse el sapo en directo. El sapo se lo fabricó él mismo, él que presumía de ir a arrastrar al delincuente al banquillo. Además, necesita cierta estabilidad y por eso quiere introducir en la negociación —post amnistía y pre investidura— el apoyo de Junts para los presupuestos, que le daría ya un respiro importante para empezar a gobernar y algunas otras cosas.

Los plazos son endemoniados, pero se pueden cumplir, si el PSOE presenta en el Congreso la propuesta de amnistía, justo tras la investidura fallida de Feijóo. El trámite por vía de urgencia y única lectura se puede salvar en unos 30 días, pero podría suceder que la oposición intentara paralizar su aprobación aprovechando ese camino tortuoso que ya vimos, el de pedir unas cautelares al Constitucional para que impida la votación de un proyecto que consideran anticonstitucional —recuerden que lo hicieron ya en el Senado con la reforma de los propios nombramientos del TC—. Bien, las mayorías del TC han cambiado, en la hoja de ruta se contempla que en siete días podría dejarse atrás un movimiento de este tipo del PP, pero hay que contar en los plazos con que pueda suceder. De vértigo, porque todo debe estar culminado antes del 26 de noviembre, ya que si en esa fecha no hay una investidura, habría repetición electoral.

Puigdemont les va a subir hasta bien arriba del campanario para que vean desde dónde se puede caer. Vértigo

Ahora mismo, los socialistas están intentando virar el relato con su parroquia y han designado persona para los contactos, llamémoslos técnicos, con el entorno de Puigdemont para avanzar en ese borrador de amnistía. De facto, me da que los de Waterloo ya tienen hasta un texto que tendrán que estudiar y refinar en conjunto. Los de Sánchez, en medio del vértigo, lanzan el mensaje de que la cosa está hecha, que las peticiones son de máximos y de que habrá legislatura. Puede haberla, llevan razón. Desde el otro lado, también creen que un acuerdo es posible, pero, obviamente, porque están convencidos de que Sánchez se comerá el sapo y de que habrá amnistía y un mediador extranjero —este batracio es grande de verdad— y de que se producirá el gesto político que ya hizo Díaz por parte de alguien verdaderamente importante en el PSOE. Un ministro, por ejemplo. Lo de Yolanda no vale, eso era más bien una baza muñida a través de Asens para que Sumar no se quedara fuera de la foto de la negociación. Aquí la mandanga seria es con los socialistas y me da que aunque al final Sánchez siga en la Moncloa, Puigdemont les va a subir hasta bien arriba del campanario para que vean desde dónde se puede caer. Vértigo.

El vértigo de los socialistas incluye también las implicaciones que podría tener para ellos una eventual ruptura de las negociaciones que llevara a elecciones después de que se hubiera aprobado la amnistía. No va desencaminado Felipe cuando dice que no es el único votante socialista que en las últimas elecciones votó con la nariz tapada. Una repetición al final del proceso es peligrosísima para los socialistas. También la claridad con la que ha hablado Puigdemont, porque las cartas están sobre la mesa no solo para los que juegan la partida, sino para los que miran desde detrás y enfrente. Supongo que los socialistas confían en aprobar la amnistía y moverse luego en mejoras económicas y presupuestarias, dejando el complejo tema de la "reforma histórica" que les plantean varado en el futuro y haciéndoles una envolvente dilatoria tipo ERC. Creo que aún no han entendido una cosa, que Puigdemont les ha repetido por activa y por pasiva: que no ha aguantado siete años para hacerse una mesa de diálogo que nunca se convoca. Por cierto, visto desde aquí, los esfuerzos de Aragonès por intentar pintar algo en esta historia resultan un poco patéticos. Pedir unidad cuando te han rebasado a 180 por hora tus adversarios tiene un regusto triste

Sudores fríos para Sánchez, aunque nos lo envuelvan con el lazo de esto está hecho, seguiremos aquí. Creo que esa es la principal divergencia ahora, que unos no se creen que Puigdemont vaya a romper y que Puigdemont no se los cree a ellos, pero sí sabe que sí está decidido a romper la baraja si es preciso.

Vértigo. Un gran thriller. James Stewart también era un tipo alto y guapo que al final logra superar su vértigo, aunque se queda compuesto y sin novia.