Querida Sra. Niubó,

Estoy nerviosa porque hace días que doy ojeadas desesperadas a los opinadores de ElNacional.cat para ver si me reencuentro con mis añoradas "Les Tietes" y sus afinados artículos en materia de educación, y nada de nada. ¡Desaparecidas! ¿Usted no las echa de menos? Hace años y años que no se pronuncian, concretamente desde el 11 de febrero pasado. Yo no sé, pero nunca se había producido un silencio tan antiguo y tan largo y temo lo peor. ¿Si es que son profas y trabajan en su Departament, no se habrá atrevido a expedientarlas, verdad consellera? Porque los del PSC son ustedes muy dialogantes y presumen de animar el disenso y el reencuentro. Aunque también podría ser que hubieran tenido un disgusto muy grande y hubieran sido víctimas de las iras de los troles misóginos incendiarios que circulan como pistoleros por la machosfera. Usted en tanto que mujer política y, por lo tanto, expuesta a la opinión pública, debe saber de qué le hablo, ¿no? Ahora que, quizás el problema radica en el hecho de que el mismo director del diario donde escriben haya decidido, tristemente, y por motivos que desconocemos, cancelar su voz, que nunca se sabe.

A mí esta última hipótesis no me extrañaría nada, porque, de hecho, a pesar de la valía objetiva de sus artículos, tanto con respecto a la forma como al contenido, yo, que he seguido cuidadosamente el fenómeno de "Les Tietes" desde marzo de 2022 hasta febrero de 2025 (fechas de publicación del primer y último artículo), he podido observar que ninguna supuesta voz masculina autorizada en el mundo de la educación se hacía eco. Ni una. Por lo que, en el caso de "Les Tietes" veo confirmada de nuevo mi teoría que dice que (apunte, consellera), cuando las mujeres toman la palabra y tienen razón, los machos sienten tambalearse su hegemonía y se dedican a silbar y a mirar hacia otro lado, para practicar el ninguneo, fingiendo que son muy feministas.

Se preguntará usted quién caray soy yo para sustentar esta teoría. Me llamo Jenny Guitar. Sí señora, llevo esta cruz de nombre porque mi madre es hacen absoluta de Joan Crawford, el modelo de mujer empoderada en medio del tintineo de espuelas y disparos de pistolas de cowboys en el más rancio western patriarcal. Apelativo aparte, en temas de género soy una autoridad porque, además de licenciada en literatura catalana, tengo un máster en estudios culturales y de género, soy profesora de la Escuela Internacional de Barcelona Thinking Lab for Gender Transformation y consultora de la más bien escasa —¡qué le vamos a hacer!— programación en contenido literario de TV3. Tengo que decir también que me formé como crítica literaria en la Universidad de Colorado, donde antes había abierto camino la profesora Joanna Russ con su obra pionera How to suppress women's writing, traducida al catalán con un verbo de connotaciones más drásticas: Com destruir l'escriptura de les dones. Empapada de sus postulados, me siento totalmente autorizada para hacer un análisis de las dificultades con las que se encuentra habitualmente la escritura femenina, como es el caso de "Les Tietes".

Sobre "Les Tietes" hay opiniones del todo contrapuestas porque, mientras que a unos caen en gracia, a otros en desgracia y las denigran totalmente, pero en cualquiera de los dos casos siempre salen mal paradas. Mire, yo le explicaré el porqué.

Por ejemplo, son numerosos los rumores que circulan sobre si tras "Les Tietes" no hay en realidad un grupo de hombres, tipo los tres autores que ganaron el premio Planeta escondidos tras el seudónimo de Carmen Mola (se acuerda del caso, verdad?). Entre usted y yo, consellera, lo encontré muy feo, pero que muy feo, porque después de tantas generaciones de escritoras que han tenido que firmar con seudónimos masculinos para poder camuflarse y publicar, y va y estos tres tipos firman en femenino porque quieren denunciar la falacia que dice que las féminas hoy lo tienen fácil para obtener sustanciosos galardones, por aquello de que es más políticamente correcto y más rentable publicar obras escritas por mujeres. ¡¡Pobrecitas!! ¡Lo discriminados que están los escritores! ¡Venga ya! ¡Eso se llama mala fe sartreana!

Pero es que el caso de "Les Tietes" es todavía más malicioso: los rumores que circulan entre los círculos de articulistas de nuestro pequeño país responden a sospechas más perversas que esta infantil rabieta de género que le acabo de explicar. ¡Sostienen estos prohombres que detrás no puede haber mujeres, sencillamente porque son demasiado ingeniosas y el ingenio (¡siempre asociado a la barba, por desgracia!) es por definición masculino. Hay quien dice, maquiavélicamente, que "Les Tietes" son el ínclito Bernat Dedéu, pluma habitual del diario ElNacional.cat, que practica el transformismo de género para seguir ejerciendo el cinismo y la mala leche que tanto le apetecen. Hay quien sostiene, incluso, que en este conocimiento del mundo educativo que tienen "Les Tietes" se esconde la experiencia y la desvergüenza de algún inspector de educación o de algún supuesto experto en innovación que hace de agente infiltrado en Via Augusta, consellera, la sede de su propio Departament. Por no hablar de los que ven en "Les Tietes" a algún cáustico político de izquierdas (imposible pensar que sea de su partido) con contactos en el mismo Parlament. Me imagino ahora mismo su cara de estupefacción, Sra. Niubó. ¿Quizás le sorprenden algunos de estos argumentos? Pues no piense que son muy nuevos. Recuerde, por ejemplo, que de nuestra Caterina Albert dijeron que, siendo mujer, no podía haber escrito una narración tan atrevida como La infanticida, o que de la buenísima escritora Emilia Pardo Bazán se tuvo que oír que tenía "talento macho", solo por ponerle ejemplos "nacionales". ¡De controlar los topos de su Departament o del Parlament, si hay, ya se encargará usted o el Sr. Illa!

Cuando las mujeres toman la palabra y tienen razón, los machos sienten tambalearse su hegemonía y se dedican a silbar y a mirar hacia otro lado, para practicar el ninguneo, fingiendo que son muy feministas

Otra cosa que también llevan mal los señoros articulistas es el tema de la querida complejidad y ambigüedad de estilo de "Les Tietes". Se presentan como meras vehiculadoras de cartas que les dirigen otras mujeres quejumbrosas (raramente complacidas) con las gestiones del Departament de Educació y con sus efímeras conselleres y consellers. Ahora bien, vamos por partes, ¿son de verdad estas cartas? ¿Son reales las personajes que suben la voz en los artículos? ¿Qué tipo de "chiringuito" tienen montado, que parece el consultorio de Elena Francis para mujeres damnificadas por su conselleria? ¿Y diría más, existen realmente Les Tietes? ¿O son las tietes de la canción del Serrat para quien "La seva soledat és el fidel amant que coneix el seu cos plec a plec, pam a pam..."? ¿O bien son como las Teresines de la Cubana y se cantan aquello de somos "Dones d'empenta, d'una edat estupenda"? ¿Cuál es aquí la frontera entre realidad y ficción? Mira por dónde, ¡gran paradoja!, estos homenots de nuestro mundo periodístico educativo, que a buen seguro que babean con la metaficción de El Quijote, que probablemente presumen de haber analizado punto por punto el Ulysses de Joyce y salivan con el monólogo de Molly Bloom (debe ser por aquello de "se vuelven locos por meterla en el lugar de donde salieron, dirías que no pueden llegar nunca lo suficiente arriba"), ¿ahora resultará que consideran que "Les Tietes" son poco claras y no se entienden? ¿Señores míos, no será que en eso de haber leído Joyce van ustedes de farol? ¿Que quede entre nosotros, Sra. Niubó, se ha atrevido nunca con el autor irlandés? ¡Pues si no lo ha hecho todavía, hágame caso y vaya directo a Virginia Woolf, que también escribía monólogos interiores y con bastante más interés!

Y con tanta metaficción, se debe estar preguntando, consellera, si yo, Jenny Guitar, no soy también un personaje más de "Les Tietes". Déjeme desmentirle la sospecha: ¡soy tan real que con estos calores, y con mi mala circulación, ya me vuelven a doler mucho las piernas, y más hoy que estoy reventada porque me he pasado la tarde con la madre viendo cómo llora por enésima vez cuando Emma (Joan Crawford) muere a consecuencia de los tiros a la cabeza de la pérfida Vienna, que acaba huyendo con el malnacido de Johnny Guitar! Pero dejémonos estar de películas y continuemos con análisis de la forma y el contenido de las cartas de "Les Tietes", para hacer referencia a nuevos y envenenados argumentos que esgrimen sus detractores. Plumas acreditadas y muy serias del mundo académico educativo como Avel·lí Sagarra, Rafael Rico, Josep Barderí y Evarist Palou (¡supongo que le suenan todos!) las consideran unas diletantes que practican el intrusismo. Faltas de rigor científico sin ningún apoyo erudito, se dedican a escribir una especie de artículos que son de difícil clasificación por la hibridación de géneros que practican sin respetar ninguna convención. Porque, veamos, ¿qué escriben "Les Tietes"? ¿Artículos de opinión? ¡Pero si no tienen argumentación, ni tesis, ni antítesis, ni síntesis, ni conclusiones! ¿Panfletos políticos? ¡Tampoco! ¿Artículos costumbristas a la manera del gran Mariano José de Larra? ¡Dónde vas a parar! ¡Si no le llegan ni a la suela del zapato al periodista madrileño! De hecho, estos homenots ignoran otros posibles referentes, como la Roig o la Capmany, porque son la reencarnación de los Harolds Blooms que no ven más allá de su nariz, es decir, del canon patriarcal. "Les Tietes", arguyen, con tanto "ji, ji, ji y ja, a, ja" y tanta bromita absurda, son solo un divertimiento y una mera tira cómica para entretenimiento de docentes y nadie las puede tomar en serio porque no tienen ningún tipo de sustancia (que diría el Arguiñano). ¡Como si la sátira no fuera una herramienta de pleno derecho para provocar reflexiones y sacudir conciencias!

Pero la cosa no se acaba aquí. No lo bastante contentos con eso, estas supuestas autoridades en materia educativa, atrincherados en sus despachos de universidades y de sindicatos, rodeados de libros amarilleados, sostienen que "Les Tietes" son textos menores. A estas "mujercitas" les falta la potencia de la experiencia universal, lógicamente masculina. Con tanta carta llorona, con tanto lamento neurótico-victimista, han caído en un tono confesional e íntimo, obviamente femenino. ¡Ay...! ¡Y es que son tan domésticas, con este estilo suyo tan coloquial, que más que escribir parecen cotorrear con bata de estar por casa! Con artículos rebosantes de madres histéricas y estresadas preocupadas por la educación de los hijos, llenos de profesoras quemadas y no solo por el calor de las aulas, por  no hablar de las alumnas que escriben haciendo faltas de ortografía o de las que van de listas porque se saben de memoria la Teoría King Kong de Virginie Despentes. Aquello que nuestros expertos homenots no calibran es que su ninguneo los entronca con la tradición de "viejas perlas misóginas" como la negativa del escritor Josep Pla a que se concediera el premio Sant Jordi a la Rodoreda por La plaça del Diamant, porque sería mucho mejor, según el ilustre ampurdanés, que ganara el galardón una novela que hablara de putas y de estraperlo y no una que hablara de palomas. Miserable, este Pla, que se debe estar revolviendo en la tumba al ver que una confesión tan personal e íntima como la de la Colometa ha sido más traducida a muchas lenguas del mundo que su obra de homenot muy "universal".

Mire, consellera, dejo mi análisis literario aquí porque ni conseguiré revelar la identidad que se oculta tras el seudónimo de "Les Tietes", ni yo las puedo convencer de que vuelvan. Seguro que usted puede hacer más que yo. Hable con el Sr. Antich e "invítelo" a que recupere "Les Tietes" como firma. No, Sra. Niubó, no he perdido el juicio. ¿Ya sé que son un azote de conselleres y consellers y una verdadera carcoma para su Departament, pero no me negará que la crítica les hace un poco de falta, no? Y si no, apelo a su sororidad para recuperar la voz de "Les Tietes". No hay derecho a que estén desaparecidas, quizás víctimas del síndrome de la impostora que hace que las mujeres no nos creamos nunca lo bastante buenas para nada (usted no lo ha sufrido nunca?). Mientras tanto, aquel grupo de senñros literatos de quien hacía mención antes, muy probablemente menos conocedores directos que ellas del mundo educativo, ya que en los despachos no se da clase, se van leyendo y retuiteando entre ellos para seguir practicando la endogamia patriarcal. ¿Verdad que me entiende ahora? Nos hace falta recuperar la voz de "Les Tietes", con o sin la aprobación de los boys, hecho del cual todas las mujeres podemos prescindir.

Le envío un saludo de complicidad,
Jenny Guitar