La última del nosurrender es excepcional. Es una evidencia más de la distancia sideral que separa lo que dicen —si es que se aguanta lo que dicen— de lo que hacen. De predicar con el ejemplo, ni rastro. Ninguna correspondencia entre las palabras y los hechos, apto solo para incondicionales acríticos, aislados en una confrontación cainita que les empuja ciegamente repartiendo tuits redentores patrióticos a diestro y siniestro como máxima. Nada tangible, ninguna propuesta más allá de una retórica tan vacía como pasada de vueltas. Es una farsa descomunal, frívola.

La única aspiración real del nosurrendismo institucional, por lo menos en la actual coyuntura, es hacerse ver y ejercer de muleta socialista

La sociovergencia policial, también como síntoma, tomó nuevamente forma en el Parlament para impedir —junto a la derecha extrema— que se fiscalice, por ejemplo, una Brimo que como unidad de intervención es tan necesaria como lo es su control democrático. El nosurrendismo hace seguidismo de la ofensiva contra el conseller Elena que lidera Illa y que al mismo tiempo tiene por objeto la continuidad del corporativismo afín en los Mossos. "Let it be" cantaban en los buenos tiempos, guitarra en mano. Seguimos haciendo himnos de canciones. Y que no pare la música. Lo más gordo es que el nosurrendismo pretendía abstenerse por eso de no quedar mal. Pero al constatar la ausencia del PP y que absteniéndose se aprobaban los mecanismos de control, corrieron a preguntar qué tenían que hacer. La respuesta de la dirección fue que votaran en contra. La ausencia del PP los forzó a retratarse y a votar que no.

La única aspiración real del nosurrendismo institucional, por lo menos en la actual coyuntura, es hacerse ver y ejercer de muleta socialista, un rol que se acentuará en la próxima confrontación electoral de mayo. En la Diputación, en la capital de Catalunya y en todas partes donde puedan y tan mansamente como en la Diba. Por cierto, ¿alguien sabe algo de aquella consulta sobre la continuidad en la Diba? Sepultada sin manías. No solo no la harán, sino que el aliado más incondicional de la presidenta del PSC para seguir en la Diba in eternum es y será el nosurrendismo oficialista. Y eso sí que son hechos y no palabras. Del dicho al hecho hay un gran trecho.