Viajar lejos no borra aquello vivido en la tierra donde se ha nacido, solo te aleja de ella. De la misma manera que pintar una casa no cambia lo que ha sucedido dentro. Te ayuda, eso sí, a tomar perspectiva, a verlo diferente. Con todo, la vivencia viaja contigo porque, de hecho, está contigo y te ha hecho como eres, que tampoco está tan mal.

Para cuidarte o resarcirte una pizca te hace falta distancia, ciertamente, la misma distancia que cuando te alejas de los hechos y personas te hace, a veces y a la vez, añorarlos. La memoria cuando quiere es muy puñetera y solo recuerda los buenos momentos de las malas experiencias. Te hace falta una distancia, sí, pero cuando más te alejas más pequeña ves la vida de la que te tienes que marchar para resistirla y que sin embargo necesitarías, por el mismo motivo. Y te toca sobrevivir cuando lo que querrías es simplemente vivir y que el verbo perdiera el prefijo.

Las bombas se lanzan, no caen. Las mujeres son asesinadas, no se mueren. La crisis económica no llega, se provoca y las amistades no se acaban, se olvidan. La gente siempre te dice que no querría hacerte daño cuando están a punto de hacértelo o directamente ya te lo han hecho. La cuestión es si te pesa más el dolor o la estima. Si el amor es lo bastante grande para perdonar el sufrimiento causado. En todo caso, he tenido que aprender a desquererte para no perderme. Ahora, estoy lo bastante lejos de ti como para que no me lleguen tus brazos, ni para abrazarme ni para arañarme.

Las luciérnagas que los pescadores enganchan a la punta de la caña plantada en la playa, de noche parecen planetas verdes que se han descolgado de su elíptica y se quedan suspendidos a ras de agua. Y así, mientras miras un cielo nocturno lleno de nuevos puntos y un mar inmenso, te das cuenta de que tan solo la naturaleza, y solo a medias, compensa la ausencia.

Entonces, te imaginas siendo tu mejor amiga que te habla para decirte que no te haga miedo caminar sola, que no tengas temor que te guste. Y que al mismo tiempo amas la compañía de la gente que el camino te pone delante de ti. Que sepas volver siempre a las personas, nuevas y viejas, desde tu mundo interior y cuando te las reencuentres, pueda volver a beber agua fresca de la misma fuente y enfoques de nuevo la mirada. Y, entonces, tu mirada hará una trenza con la vida.