Sí, no estoy hablando de una nueva tendencia sexual. O sí. Se trata de gente que, sin tener ningún problema con el alcohol (es decir, no es exalcohólico ni lo hace porque lo tiene prohibido por salud), tiene ganas de degustar la vida también sin alcohol. Más energía, menos mensajes de los que arrepentirse, mejor piel, menos calorías, menos gastos con taxis o miedo a los controles de alcoholemia, entre otras ventajas. Yo, que soy de una generación que cuando era pequeña nos regalaban cigarrillos de chocolate y brindábamos con Pinkie, había aprendido que te diviertes más cuando hay un poco de magia. La generación Z, en cambio, prefiere subir una foto con la cremosidad en forma de corazón de su matcha tea. Si antes los sábados por la noche todos los bares estaban a reventar, ahora los jóvenes están en el gimnasio. ¿Te imaginas qué pasaría hoy en día si diéramos el pa amb vi i sucre que nos daba la abuela? O los que tenéis más de 40, ¿habéis degustado una primera cita sin ni una copa para que todo vaya un poco más lubrificado? Después de que los boomers bebieran más que sus padres (que tenían muy interiorizado que una copita del vino al día iba bien para el corazón), los millennials han parado en seco. ¡Los vinos sin alcohol han mejorado mucho! Incluso hay grandes marcas prémium para que maridar un menú degustación sin alcohol no sea ningún drama. Hace diez años, en Estocolmo, embarazada de mi hija Vita, pude pedir a copas vino sin alcohol. ¿Pasará también aquí, cuando todavía cuesta encontrar una botella a la carta? Todo dependerá de la demanda, y eso se hace con la costumbre. El consumo de mocktails, es decir, cócteles sin alcohol, ha subido un 30% en el último año en los hoteles que asesoro. No es una tendencia, esto del no alcohol, ha venido para quedarse.
Al final, el hashtag sober curious es cuestión de conciencia. No beber por beber porque todo el mundo lo está haciendo o porque en cualquier actividad social hay alcohol de por medio. Se trata de que se beba siempre con moderación. O sea, lo que siempre ha proclamado mi padre: "poco y bueno". Es decir, cuestionar cuándo es una buena idea y cuándo no, que no sea una inercia. Porque lo que no puede ser, es que no puedas recordar el último día que no bebiste ni un poco de alcohol.
No es una tendencia, esto del no alcohol, ha venido para quedarse
Hace ocho años, gané el mejor libro del mundo de bebidas por Qué beber cuando no bebes. Un libro que tardé cinco años para que me lo publicaran, dando alternativas a los maridajes más importantes para seguir disfrutando de la gastronomía sin alcohol de por medio. Para degustar una bebida sofisticada cuando los demás están tomando un cóctel. O para brindar en un cumpleaños con burbujas sin ser el marginado de los refrescos llenos de azúcar. Antes tenías que justificarte mucho cuando no querías beber. Es que tengo que conducir. Es que me estoy medicando. Es que estoy intentando quedarme embarazada. Es que estoy con antibiótico. Es que me estoy entrenando para el maratón. Es que me quiero adelgazar. Ahora, por suerte, ya no te insisten. Antes, incluso a un exalcohólico le exigían "va, solo para brindar, que si lo haces con agua tendrás mala suerte". La explicación de este miedo a brindar con agua viene de la edad media, en un momento en el que el agua podía estar contaminada. Por eso, en todas las culturas, siempre se apela a la salud (santé, cheers) cuando se brinda. Ya lo decía Pasteur: que el vino es la más higiénica de las bebidas. Quizás de aquí viene el problema de haber demonizado el agua, o que antes, las alternativas a no beber alcohol era que te sacaran las copas bonitas y te pusieran un vaso de tubo. Como de agua y refrescos ya estábamos hartos, era más difícil no beber cuando no había tantas alternativas. Kombucha, chinotto, cervezas artesanas tipo IPA (o blancas de trigo o de todos los tipos) también sin alcohol, ginebra 0.0, vermús sin alcohol y mucho más.
El vino desalcoholizado se diferencia del mosto en que el azúcar se ha convertido en alcohol y, después, con osmosis inversa (entre otros métodos), se le quita el alcohol, pero queda la complejidad aromática. En boca no tiene tanto volumen, por eso se buscan vinos de variedades altamente aromáticas, como el muscat o el sauvignon blanco. Los vinos tintos 0.0 eran los que tenían peor prensa, porque costaba, una vez extraído el alcohol por osmosis inversa (entre otros métodos), lograr la sensación de boca llena. Pero la crianza en bota, el torrefacto y el tanino ayudan a que aumente el postsabor. Un poco como lo que ha ocurrido con la cerveza tostada sin alcohol, que gusta más que la normal porque tiene más cuerpo. En fin, parece que los #sobercurious son los herederos del dry january que han visto que eran capaces de hacerlo más a menudo y que les sienta mejor. Y que los jóvenes nos están enseñando que no hay que consumir alcohol para pasárselo bien.