Los muertos no se pueden quejar. Desconocemos si el compositor finés Sibelius se sentiría cómodo o protestaría con el monumento que le dedicaron en 1967 en Helsinki. El Parque Sibelius contiene un busto del músico y un segundo conjunto escultórico espectacular, el Sibelius-monumentti consistente en un órgano natural con 600 tubos que cuando hace viento suenan y que simulan una ola. Y naturalmente esta obra abstracta está situada en una zona propensa al sonido al lado de un lago encantador.

Sibelius es un símbolo en el imaginario colectivo de este país nórdico emblema de la civilización. Su música es parte del relato de la independencia del país. El autor del Vals triste, Karelia o Finlandia es un personaje vivo. Su música se enseña, se interpreta, se valora. Finlandia, que estos días está envuelta con muchas banderas de Ucrania, es un país que valora la austeridad, la desnudez y la simplicidad. Sus iglesias luteranas, sin embargo, también las pocas que hay católicas u ortodoxas, siguen este patrón: poca decoración, buena iluminación, calidez, pero no envoltura empalagosa.

El vínculo entre salud mental y espacios de silencio está estudiado, así como los beneficios de que en la ciudad haya zonas para detenerse, y estén estéticamente bien hechas y prácticamente acogedoras

Helsinki se asocia a la música de Sibelius pero también es pionera en el silencio. Está en la capital de Finlandia donde hay la capilla del Silencio, diseñada por el estudio arquitectónico K2S Mikko Summanen, Niko Sirola y Kimmo Lintula. El edificio, en el centro de la ciudad, es un bloque redondo de madera de 11 metros de altura. Por fuera es de abeto y por dentro de fleje. A pesar de ser una capilla que no se quiere asociar a ninguna religión, hay una cruz. El espacio tiene una función primordial, y es ser un lugar para el "recogimiento personal". No quieren bodas ni celebraciones, precisamente porque es un lugar individual para rogar, meditar, estar en silencio, y no para músicas ni parlamentos. La capilla no es una pretensión evangelizadora luterana que exhibe fuerza religiosa en la ciudad. Es un proyecto conjunto entre la Iglesia Luterana de Finlandia y el mismo gobierno, a través de servicios sociales y de salud. Porque el vínculo entre salud mental y espacios de silencio está estudiado, así como los beneficios de que en la ciudad haya zonas para detenerse, y estén estéticamente bien hechas y prácticamente acogedoras (bancos para sentarse, servicios para ir al lavabo, cobijo para el frío, seguridad en la entrada, revistas y recursos para leer).

Finlandia es austera y nuclear, y rechaza aquello superfluo. Encapsula el silencio en capillas y rinde homenajes a músicos como Sibelius, que en palabras suyas, "mientras la mayoría de compositores modernos se dedican a fabricar cócteles de todas las tonalidades y descripciones, yo ofrezco al público agua fría de la fuente".