¿Mesa de diálogo y negociación? Mandanga. ¿Indultos? Mandanga. ¿Derogación sedición? Mandanga. ¿Reforma malversación? Mandanga. Y así con todo, tanto si se ha tratado de ganar presencia del catalán en el mundo del audiovisual como de pugnar por tomar el control de Rodalies, mandanga, mandanga y mandanga. Y sus protagonistas, mandingas.

Si hasta la fecha, todo ha sido mandanga, todo lo que transcurra por el mismo camino, lógicamente, también tendría que ser mandanga. Catalán en el Congreso. Algún día —quizás— catalán en el Parlamento Europeo. Comisiones investigación. Y, finalmente, amnistía —si es que de verdad se consuma un acuerdo en este sentido—. Y lo que pueda llegar en la línea de seguir planteando el referéndum como irrenunciable. Todo mandanga.

No es fácil salir del círculo vicioso en el que te has metido para desvirtuar con todo tipo de improperios aquello que se negociaba y pactaba, y que no parezca ahora que todo era una impostura de la peor especie

De hecho, es bastante más coherente mantener que todo es mandanga que pretender que si los protagonistas son unos, es mandanga y que, en cambio, cuando quien se erige en protagonista absoluto es otro, entonces pretender que estamos delante de una jugadamestra. Porque se te ve el plumero de lejos.

Aquí reside una de las dificultades del acuerdo que desea el president legítimo. O cuando menos eso ha trasladado a todo bicho viviente. ¿Cómo explicar que habiendo declarado anatema sentarse y dialogar, habiendo dicho y repetido que a Madrid se iba a desestabilizar y que investir a un presidente era pecaminoso, cómo justificas ahora seguir por el mismo sendero? Solo —y aquí reside la gran diferencia— siendo protagonista y reclamando todos los focos.

No es fácil salir del círculo vicioso en el que te has metido para desvirtuar con todo tipo de improperios aquello que se negociaba y pactaba, y que no parezca ahora que todo era una impostura de la peor especie. Hay que tener coraje. Sin duda.

El cierto es que hay una enorme posibilidad de obtener una más que jugosa dosis de mandanga en esta legislatura. Y eso porque Pedro Sánchez depende más que nunca del independentismo porque ahora ya no tiene la posibilidad de recurrir a Ciudadanos como alternativa. Y porque ahora —y se dice poco— no habrá la otra gran familia del independentismo poniendo palos a las ruedas siempre para ridiculizar y diluir la mandanga.

Claro que se puede seguir rechazando categóricamente la mandanga y rasgándose las vestiduras para ver si así sacamos a algún diputado más. Para no pasar por un mandinga después de todo lo que has sembrado. Y en vez de mandanga, seguir con la pachanga.