El abrazo de Meritxell Serret con Carme Forcadell, a las puertas del Parlament, causó sentidas lágrimas de emoción. Más de mil días robados, de ausencia impuesta, de privaciones, de reclusión y exilio, de incertidumbres, sufrimiento y dificultades. Indescriptible lo que debieron sentir. El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatídico. Lo que cuenta es el valor para continuar, decía Churchill.

Fue el reencuentro de dos mujeres que venían remando de lejos, con una trayectoria paralela al seno de aquella fraterna Assemblea Nacional Catalana. El abrazo de dos almas que se fundieron en una. Una alegría, la de ellas, compartida por toda la buena gente de este país, la inmensa mayoría. Sólo los extremistas, de ambos bandos, hicieron ascos. Algunos, por habituales, todavía nos sorprenden, cuando son tan sólo un retrato de la miseria humana y la intrínseca cobardía de estos fanáticos de signo y pelaje diverso.

Ser la primera en atreverse a hacer algo exige valor. El paso que ha dado Meritxell Serret ha sido audaz y valiente por encima de todo. Los buenos oficios del abogado vasco Íñigo Iruin, amigo personal de Arnaldo Otegi, y de la propia Marta Rovira, que no ha dejado de ayudar a todo el mundo desde el exilio suizo, debieron ayudar a tomar una decisión que Meritxell tenía clara hace tiempo. Estaba decidida a regresar, a asumir el riesgo y pisar Vallfogona de Balaguer, Barcelona y el Parlament.

Ser la primera en atreverse a hacer algo exige valor. El paso que ha dado Meritxell Serret ha sido audaz y valiente por encima de todo

A diferencia de Rovira, Meritxell no estaba procesada por rebelión. La secretaria general de Esquerra Republicana seguirá refugiada en Suiza. Nadie puede decir a estas alturas hasta cuándo. Sobre Rovira pesa un auto de procesamiento de Pablo Llarena que mantiene la rebelión (como el coronel Tejero y su pandilla), a pesar de que los presos del 1 de octubre fueron, finalmente, condenados por sedición, malversación y desobediencia. De estos tipos penales, Serret (antigua consellera de Agricultura del Govern del 1 de octubre), presuntamente, sólo incurriría en desobediencia, si bien hay dudas sobre el de malversación. Siempre presuntamente, claro está, que con el Supremo nunca se sabe.

A los que la vimos en Bruselas no nos ha sorprendido en absoluto el retorno, como explicaba el amigo Jordi Margarit. Cuando aceptó trabajar para el Govern de Torra y Aragonès desde el exilio belga, ya evidenció una férrea determinación de mantener su compromiso militante. Tan sólo hay que observar los diversos autos del Supremo. Para los que protagonizaron el 1 de octubre desde el Govern, implicarse en política activa se ha pagado con prisión. Así ocurrió con Turull, Rull, Bassa y Forcadell. Los cuatro tomaron posesión del acta de diputado y liquidaron así su libertad provisional. Seguir, persistir, ha sido interpretado por el juez instructor Llarena como una provocación, una conducta reveladora de continuidad delictiva.

Cuando el conseller Bernat Solé fue inhabilitado por el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, cayó de la lista de ERC por Lleida. Y Serret, que la cerraba, aceptó sustituirlo. Desde el primer momento, Serret quería tomar posesión del acta de diputada y volver a Catalunya. Primero quería legitimarse como electa. Ni una sola vez especuló con el retorno. Sólo ella y algunas personas más de la dirección republicana, pocas, conocían su decisión. Nadie más. La inhabilitación de Solé la precipitó. Fue el empuje definitivo para dar el paso y volver.

Ahora, Serret tendrá que volver a declarar el 8 de abril, con el abogado Iñigo Iruin a su lado, un hombre que es un referente histórico de la izquierda abertzale desde los tiempos de Herri Batasuna. Veremos entonces si el magistrado del Supremo aclara definitivamente qué delitos imputa a Serret, en ausencia de una euroorden vigente contra ella. Mientras tanto, ocupará su escaño en el Parlament, con una mayoría independentista más reforzada que cuándo tuvo que poner pies en polvorosa. Con la ilusión intacta, con toda la esperanza que transmitió en su recibimiento en Vallfogona de Balaguer este jueves 11 de marzo por la noche, ante vecinos y vecinas, amigas y amigos que la escuchaban con deleite. Meritxell ha vuelto, desbrozando el camino. Y con su retorno, también han vuelto las sonrisas jubilosas de tantas y tantos.