Cuando las dudas nos asaltan, cuando las respuestas no son obvias, cuando en el horizonte persiste una niebla espesa, las explicaciones fabulosas proliferan. La desorientación, la frustración o el desencanto hacen aflorar todo tipo de teorías de consumo fácil y, a veces, interesado. Son caminos a ninguna parte, en bucle, emocionales, teorías a menudo testosterónicas, cautivas de una dinámica de frentes que no tienen otro objetivo que fraccionar el país, el sueño húmedo del hombre que recuperó un nacionalismo español desacomplejado, José María Aznar, que ha impregnado el discurso de la izquierda española y ha parasitado completamente el de la derecha.

Por eso es tanto de agradecer leer un análisis cuidadoso sobre la actual coyuntura política, lejos de las proclamas encendidas y las explicaciones magistrales que responden más a la superstición que a la voluntad de encontrar unas pautas razonables para hacer un diagnóstico de la actual situación, de todo lo que hemos vivido y de la voluntad de interpretar y razonar el presente y el futuro. Obertura republicana, de Joan Manuel Tresserras y Enric Marín, es pura ciencia, un manual riguroso escrito por dos personas honestas que intenta hacer lo que tan poco se ha hecho desde el 1 de Octubre: tocar de pies en el suelo, detectar nuestras fortalezas y sobre todo admitir las propias debilidades, a partir de una mirada republicana que choca con la visión más nacionalista que sigue alimentando, en buena medida, el desconcierto y la desorientación colectivas.

Los profesores Tresserras y Marín hacen un esfuerzo ingente para radiografiar la actualidad y para valorar los acontecimientos que se han ido sucediendo, a la vez que ponen en evidencia la ineficacia de los mantras totémicos, su nulo recorrido en clave de país y la incapacidad de dar respuesta más allá del corto plazo.

Bien al contrario, ponen en valor todo el camino recorrido y señalan las dificultades para superar los actuales obstáculos. La suya no es una mirada depresiva al futuro; nada de eso, miran hacia el futuro con optimismo e ilusión. Hacen una cuidadosa autocrítica del pasado y de cómo hemos tendido a creer que tener razón bastaba para conseguir nuestros fines. Y por encima de todo hablan del país real, de todo él, y de la imperiosa necesidad de ser capaces de llegar al país en su conjunto siempre desde una óptica republicana que tiene la necesidad de superar la visión del nacionalismo hegemónico de las últimas décadas.

Al final, de manera sencilla y diáfana, señalan las claves para ganar el país entero, la única vía que permitirá construir la república catalana, que necesariamente pasa por conectar con todos los sectores sociales que ven en la república la única alternativa a un reino de España (donde el aznarismo ha tomado carta de naturaleza) que involuciona y que no da ni dará respuesta a la voluntad mayoritaria de la sociedad catalana.